Thursday, January 28, 2010

OBAMA - DISCURSO DO ESTADO DA UNIÃO

Señora presidenta de la Cámara, vicepresidente Biden, miembros del Congreso, distinguidos invitados, conciudadanos:

Nuestra Constitución establece que, periódicamente, el presidente informe al Congreso del estado de nuestra Unión. Nuestros dirigentes han cumplido ese deber desde hace 220 años. Lo han hecho en periodos de prosperidad y tranquilidad. Y lo han hecho en medio de la guerra y la depresión; en momentos de grandes luchas y grandes esfuerzos.

Es tentador remontarnos a esos momentos y postular que nuestro progreso era inevitable, que Estados Unidos estaba destinado a triunfar. Pero, cuando el ejército de la Unión se vio rechazado en la batalla de Bull Run y cuando los aliados desembarcaron en la playa de Omaha, la victoria era muy dudosa. Cuando el mercado se hundió en el Martes Negro y cuando los manifestantes por los derechos civiles fueron apaleados en el Domingo Sangriento, el futuro era cualquier cosa menos seguro. Fueron instantes que pusieron a prueba el valor de nuestras convicciones y la fuerza de nuestra Unión. Y, a pesar de nuestras divisiones y nuestras diferencias, nuestras vacilaciones y nuestros miedos, Estados Unidos se impuso porque decidimos avanzar como una nación, como un pueblo.

Ahora, una vez más, nos enfrentamos a una prueba. Y una vez más, debemos responder a la llamada de la historia.

Hace un año, tomé posesión en medio de dos guerras, una economía sacudida por una grave recesión, un sistema financiero al borde del colapso y un gobierno profundamente endeudado. Expertos de todo el espectro político nos advirtieron de que, si no actuábamos, podíamos sufrir una segunda depresión. De modo que actuamos, de manera inmediata y agresiva. Y un año más tarde, lo peor de la tempestad ya ha pasado.

Pero la desolación sigue presente. Uno de cada diez estadounidenses sigue sin encontrar trabajo. Muchas empresas se han hundido. El valor de las viviendas ha descendido. Los pueblos y las comunidades rurales se han visto especialmente afectados. Para quienes ya habían conocido la pobreza, la vida se ha vuelto mucho más dura.

Esta recesión ha aumentado además las cargas que las familias estadounidenses soportan desde hace decenios: la carga de trabajar más y más tiempo por menos dinero; de no poder ahorrar lo suficiente para jubilarse ni enviar a los hijos a la universidad.

Es decir, conozco las angustias presentes en nuestras vidas. No son nuevas. Esas luchas son la razón por la que presenté mi candidatura a la presidencia. Esas luchas son las que he observado durante años en lugares como Elkhart, Indiana, y Galesburg, Illinois. Oigo hablar de ellas en las cartas que leo cada noche. Las más penosas de leer son las que están escritas por niños, en las que preguntan por qué tienen que irse de su casa o cuándo va a poder volver a trabajar su madre o su padre.

Para estos estadounidenses, y para muchos otros, el cambio no se ha producido con la suficiente rapidez. Algunos se sienten frustrados; algunos están indignados. No entienden por qué parece que la mala conducta en Wall Street se ve recompensada y el trabajo esforzado en la vida corriente, no; ni por qué Washington no ha sabido o no ha querido resolver ninguno de nuestros problemas. Están cansados de partidismos, de gritos, de mezquindades. Saben que no podemos permitírnoslos en estos momentos.

Nos enfrentamos, pues, a retos grandes y difíciles. Y lo que esperan los estadounidenses --lo que merecen-- es que todos nosotros, demócratas y republicanos, resolvamos nuestras diferencias; que nos sobrepongamos al peso entorpecedor de nuestras disputas políticas. Porque, aunque quienes nos eligieron para nuestros puestos tienen distintos orígenes, distintas experiencias y distintas creencias, las angustias que sufren son las mismas. Las aspiraciones que tienen son comunes a todos. Un puesto de trabajo que permita pagar las facturas. Una oportunidad de progresar. Y, sobre todo, la capacidad de dar a nuestros hijos una vida mejor.

Y saben qué más tienen en común? Tienen en común la terca capacidad de resistencia ante las adversidades. Después de uno de los años más difíciles de nuestra historia, siguen trabajando, fabricando coches y enseñando a los niños, creando empresas y volviendo a estudiar, entrenando a los equipos de sus hijos y ayudando a sus vecinos. Como decía una mujer en una carta, "Estamos pasándolo mal pero llenos de esperanza, luchando pero animados".

Ese espíritu, esa enorme decencia y esa gran fuerza, son los que hacen que nunca haya estado más esperanzado que esta noche sobre el futuro de Estados Unidos. A pesar de nuestras dificultades, nuestra Unión es fuerte. No nos rendimos. No abandonamos. No permitimos que el miedo ni las divisiones quiebren nuestro espíritu. En esta nueva década, ha llegado el momento de que el pueblo estadounidense tenga un gobierno que esté a la altura de su decencia, que encarne su fuerza.

Y esta noche me gustaría hablar sobre la forma de que, todos juntos, podamos hacer realidad esa promesa.

Ese camino empieza por la economía.

Nuestra tarea más urgente, al asumir el cargo, era apuntalar a los bancos que habían contribuido a esa crisis. No fue fácil hacerlo. Si hay algo que ha unido a demócratas y republicanos, fue que todos odiamos tener que rescatar a los bancos. Yo lo detesté. Ustedes lo detestaron. Fue una medida tan poco popular como una endodoncia.

Sin embargo, cuando presenté mi candidatura a la presidencia, prometí que no haría sólo lo que fuera popular; haría lo que fuera necesario. Y, si hubiéramos permitido la crisis del sistema financiero, el desempleo sería el doble del que es hoy. Desde luego, más empresas habrían cerrado. Seguro que se habrían perdido más hogares.

Así que apoyé los esfuerzos del gobierno anterior para crear el programa de rescate financiero. Y, cuando asumimos el programa, lo hicimos más transparente y responsable. Como consecuencia, hoy los mercados están estabilizados y hemos recuperado la mayor parte del dinero que gastamos en los bancos.

Para recuperar el resto, he propuesto una cuota a los grandes bancos. Ya sé que Wall Street no mira la idea con buenos ojos, pero, si esas empresas pueden permitirse el lujo de volver a repartir grandes primas, también pueden permitirse una cuota modesta para devolver el dinero a los contribuyentes que les rescataron cuando lo necesitaban.

Mientras estabilizábamos el sistema financiero, también tomamos medidas para hacer que nuestra economía volviera a crecer, salvar el mayor número posible de puestos de trabajo y ayudar a los estadounidenses que hubieran perdido su empleo.

Por ese motivo hemos prolongado o incrementado las prestaciones de desempleo para más de 18 millones de estadounidenses; hemos hecho que el seguro de salud sea un 65% más barato para las familias que obtienen su cobertura a través de la Ley de Reconciliación Presupuestaria (COBRA); y hemos aprobado 25 recortes fiscales.

Lo repito: hemos recortado impuestos. Hemos recortado impuestos para el 95% de las familias trabajadoras. Hemos recortado impuestos para las pequeñas empresas. Hemos recortado impuestos para los compradores de una primera vivienda. Hemos recortado impuestos para los padres que tratan de cuidar de sus hijos. Hemos recortado impuestos para ocho millones de estadounidenses que están pagando la universidad. Como consecuencia, millones de ciudadanos tienen más dinero para gastarlo en gasolina, alimentos y otras necesidades, y todo eso contribuye a mantener más puestos de trabajo. Y no hemos subido los impuestos sobre la renta ni un centavo a ninguna persona. Ni un solo centavo.

Gracias a las medidas que hemos tomado, hay unos dos millones de estadounidenses trabajando que, si no, estarían en el paro. De ellos, 200.000 trabajan en la construcción y las energías limpias, 300.000 son profesores y otros profesionales de la educación. Decenas de miles son policías, bomberos, funcionarios de prisiones y trabajadores de los servicios de emergencia. Y estamos camino de añadir un millón y medio más de empleos a ese total de aquí a final de año.

El plan que ha hecho posible todo esto, desde los recortes fiscales hasta los puestos de trabajo, es la Ley de Recuperación. Efectivamente, la Ley de Recuperación, también conocida como la Ley de Estímulo. Economistas de derechas y de izquierdas han asegurado que esta ley ha ayudado a salvar puestos de trabajo y a evitar la catástrofe. Pero no es verdad sólo porque lo digan ellos.

No hay más que hablar con la pequeña empresa de Phoenix que va a triplicar su plantilla gracias a la Ley de Recuperación. O con el fabricante de ventanas de Filadelfia que dice que antes era escéptico sobre esa ley, hasta que tuvo que añadir dos turnos más de trabajo por todo el negocio que había impulsado. O con la profesora que está sacando adelante a sus dos hijos por sí sola y a la que su director dijo la última semana que, gracias a la Ley de Recuperación, no la iban a despedir después de todo.

Hay historias de este tipo en todo el país. Y después de dos años de recesión, la economía está volviendo a crecer. Los fondos de pensiones han empezado a recuperar parte de su valor. Las empresas están empezando a invertir otra vez y algunas, poco a poco, a contratar más personal.

Sin embargo, soy consciente de que, por cada historia que termina bien, hay otras, de hombres y mujeres que se despiertan con la angustia de no saber de dónde va a salir su próximo sueldo; que envían currículums todas las semanas y no reciben ninguna respuesta. Por eso el empleo debe ser nuestra gran prioridad en 2010, y por eso hago esta noche un llamamiento a elaborar una nueva ley de empleo.

El verdadero motor de la creación de empleo en este país serán siempre sus empresas. Pero el gobierno puede sentar las condiciones necesarias para que las empresas se expandan y contraten a más trabajadores. Deberíamos empezar donde empiezan casi todos los nuevos puestos de trabajo: en las empresas pequeñas, las compañías que se ponen en marcha cuando un empresario se atreve a intentar hacer realidad un sueño, o un trabajador decid que ha llegado la hora de convertirse en su propio jefe.

Esas empresas han capeado el temporal de la recesión a base de valentía y empeño, y están listas para crecer. Sin embargo, cuando uno habla con los pequeños empresarios de sitios como Allentown, Pennsylvania, o Elyria, Ohio, resulta que, aunque los bancos de Wall Street están volviendo a prestar dinero, se lo prestan sobre todo a las grandes empresas. Para las pequeñas empresas de todo el país, la financiación sigue siendo difícil.

Por eso, esta noche, propongo que apartemos 30.000 millones de dólares del dinero que han devuelto los bancos de Wall Street y lo utilicemos para ayudar a los bancos locales a ofrecer a las pequeñas empresas los créditos que necesitan para mantenerse a flote. Propongo también un nuevo crédito fiscal para pequeñas empresas, destinado a más de un millón de pequeñas empresas siempre que contraten nuevos trabajadores o aumenten los salarios. Y, ya que estamos, vamos a eliminar también todos los impuestos sobre las ganancias de capital en las inversiones en pequeñas empresas y a ofrecer incentivos fiscales para todas las empresas, grandes o pequeñas, con el fin de que inviertan en nuevas plantas y nuevo equipamiento.

A continuación, vamos a hacer que los estadounidenses trabajen hoy construyendo las infraestructuras de mañana. Desde las primeras líneas de ferrocarril hasta el sistema de autopistas interestatales, nuestra nación siempre ha contado con construcciones competitivas. No hay razón para que Europa y China tengan los trenes más rápidos o las plantas nuevas capaces de fabricar productos con energías limpias.

Mañana visitaré Tampa, en Florida, donde pronto comenzarán las obras para la construcción de un nuevo tren de alta velocidad financiado por la Ley de Recuperación. Hay proyectos como ése en todo el país que crearán empleo y ayudarán a trasladar bienes, servicios e información por todo el país. Debemos poner a trabajar a más estadounidenses en la construcción de instalaciones de energías limpias y ofrecer descuentos a quienes conviertan sus viviendas en unos lugares con mayor eficacia energética, que proporciona empleo a más gente en el sector de las energías limpias. Para animar a esas empresas y otras semejantes a que no se vayan del país, ha llegado el momento de acabar con las desgravaciones fiscales para empresas que se llevan puestos de trabajo al extranjero y dárselas a las que creen empleo en Estados Unidos.

La Cámara de Representantes ha aprobado un proyecto de ley de empleo que incluye alguna de estas medidas. Insto al Senado a que, como primer punto en la agenda de este año, haga lo mismo. La gente está sin trabajo. Está pasándolo mal. Necesita nuestra ayuda. Y yo quiero tener una ley de empleo sobre mi mesa sin más tardar.

Pero la verdad es que estas medidas no van a compensar, de todas formas, los siete millones de puestos de trabajo que hemos perdido en los últimos dos años. La única forma de avanzar hacia el pleno empleo es sentar las bases de un crecimiento económico a largo plazo y abordar, por fin, los problemas que las familias estadounidenses afrontan desde hace años.

No podemos permitirnos otra supuesta "expansión" económica como la de la última década -la que algunos denominan "década perdida"-, en la que el empleo creció más despacio que durante ningún periodo de expansión anterior; en la que la renta de las familias norteamericanas cayó mientras el coste de la sanidad y la educación alcanzaba niveles sin precedentes; en la que la prosperidad se construyó sobre una burbuja inmobiliaria y la especulación financiera.

Desde el día en que tomé posesión, me han dicho que afrontar nuestros retos más amplios era demasiado ambicioso, que serían unos esfuerzos muy polémicos, que nuestro sistema político estaba demasiado paralizado y que era mejor esperar un tiempo.

Para quienes hacen esas afirmaciones, no tengo más que una pregunta:

Cuánto debemos esperar? ¿Cuánto tiempo debe aparcar Estados Unidos su futuro?

Washington lleva decenios diciéndonos que esperemos, mientras los problemas iban empeorando. Mientras tanto, China no ha esperado para modernizar su economía. Alemania no ha esperado. India no ha esperado. Esos países no están quietos. Esos países no se disputan la segunda plaza. Están dando más importancia a las matemáticas y las ciencias. Están reconstruyendo sus infraestructuras. Están haciendo grandes inversiones en energías limpias porque quieren esos puestos de trabajo.

Pues bien, yo no acepto una segunda plaza para Estados Unidos. Por difícil que resulte, por incómodos y polémicos que puedan ser los debates, ha llegado el momento de ponernos serios y empezar a arreglar los problemas que impiden nuestro crecimiento.

Un punto de partida es una seria reforma financiera. No estoy interesado en castigar a los bancos, estoy interesado en proteger nuestra economía. Un mercado financiero fuerte y saludable permite que las empresas accedan a los créditos y creen nuevos puestos de trabajo. Canaliza los ahorros de las familias hacia inversiones que elevan las rentas. Pero eso sólo puede ocurrir si nos protegemos frente a la temeridad que estuvo a punto de hundir toda nuestra economía.

Debemos asegurarnos de que los consumidores y las familias de clase media tengan la información que necesitan para tomar decisiones económicas. No podemos permitir que las instituciones financieras, incluidas las que se encargan de nuestros depósitos, corran riesgos que pongan en peligro toda la economía.

La Cámara ha aprobado ya una reforma financiera que incluye muchos de estos cambios. Y los grupos de presión ya están intentando eliminarla. No podemos dejar que ganen esta pelea. Y, si el proyecto de ley que acabe encima de mi mesa no cumple los requisitos de la verdadera reforma, lo devolveré.

Después, debemos estimular la innovación en Estados Unidos. El año pasado, hicimos la mayor inversión de la historia en investigación básica, una inversión que puede desembocar en las celdas solares más baratas del mundo o en un tratamiento que mate las células cancerígenas pero deje intactas las sanas. Y ningún sector está más maduro para esa innovación que la energía. Podemos ver los resultados de las inversiones del año pasado en la empresa de Carolina del Norte que va a crear 1.200 puestos de trabajo en todo el país para ayudar a fabricar baterías avanzadas; o en la de California que va a emplear a 1.000 personas para hacer paneles solares.

Ahora bien, para crear más empleo en el área de las energías limpias, necesitamos más producción, más eficacia y más incentivos. Eso significa construir una nueva generación de centrales nucleares limpias y seguras. Significa tomar decisiones difíciles como la de abrir nuevas zonas costeras para la extracción de gas y petróleo. Significa hacer una inversión continua en biocombustibles avanzados y tecnologías limpias del carbón. Y significa también aprobar un proyecto de ley integral sobre la energía y el clima con incentivos que hagan que la energía limpia sea la más rentable en Estados Unidos.

Agradezco a la Cámara que haya aprobado ese proyecto de ley. Este año, estoy deseando ayudar a mejorar la colaboración entre los dos partidos en el Senado. Sé que ha habido dudas sobre si nos podemos permitir esos cambios en una situación económica difícil; y sé que hay quienes no están de acuerdo con las abrumadoras pruebas científicas sobre el cambio climático. Pero, aunque uno tenga dudas, ofrecer incentivos a la eficacia energética y las energías limpias es lo mejor para nuestro futuro, porque el país que esté a la vanguardia de la economía de energías limpias será el país que estará a la vanguardia de la economía mundial. Y ese país debe ser Estados Unidos.

En tercer lugar, debemos exportar más bienes. Porque, cuantos más productos fabriquemos y vendamos a otros países, más puestos de trabajo tendremos aquí. Por tanto, esta noche, vamos a fijarnos un nuevo objetivo: duplicar nuestras exportaciones durante los próximos cinco años, un incremento que sostendrá dos millones de puestos de trabajo en Estados Unidos. Para facilitar esa meta, vamos a poner en marcha una Iniciativa Nacional de Exportaciones que ayudará a los agricultores y las pequeñas empresas a aumentar sus exportaciones, y reformará los controles de la exportación sin que eso afecte a la seguridad nacional.

Debemos buscar activamente nuevos mercados, como hacen nuestros competidores. Si Estados Unidos permanece al margen mientras otros países firman acuerdos comerciales, perderemos la oportunidad de crear empleo dentro de nuestras fronteras. Pero ser consciente de esas ventajas significa también garantizar el cumplimiento de esos acuerdos para que nuestros socios comerciales respeten las reglas. Y por eso vamos a intentar seguir elaborando un acuerdo comercial en Doha que abra los mercados mundiales y vamos a reforzar nuestras relaciones comerciales en Asia y con socios clave como Corea del Sur, Panamá y Colombia.

En cuarto lugar, debemos invertir en la capacidad y la educación de nuestra gente.

Este año, hemos roto el pulso entre la izquierda y la derecha con la puesta en marcha de un concurso nacional para mejorar nuestras escuelas. La idea es sencilla: en vez de recompensar el fracaso, sólo vamos a recompensar el éxito. En vez de financiar el statu quo, sólo vamos a invertir en reformas, unas reformas que incremente el triunfo escolar, inspire a los estudiantes a sacar buenas notas en matemáticas y ciencias y transforme las escuelas con más problemas que privan a demasiados jóvenes de su futuro, tanto en comunidades rurales como en los barrios más desfavorecidos de las ciudades. En el siglo XXI, uno de los mejores programas para luchar contra la pobreza es una educación de primera categoría. En este país, no puede ser que el éxito de nuestros hijos dependa más de dónde viven que de su talento.

Cuando renovemos la Ley de Educación Elemental y Secundaria, trabajaremos con el Congreso para extender estas reformas a los cincuenta estados. No obstante, en esta economía, un título de bachillerato ya no garantiza un buen trabajo. Insto al Senado a que haga como la Cámara y apruebe un proyecto de ley que revitalizará nuestras universidades públicas, que son una vía de posibilidades para muchos hijos de familias trabajadoras. Para que la universidad sea más asequible, esta ley acabará por fin con las subvenciones injustificadas a los contribuyentes que van a parar a los bancos por los préstamos estudiantiles. Es mejor que tomemos ese dinero y demos a las familias un crédito fiscal de 10.000 dólares para sufragar cuatro años de universidad y aumentemos las becas federales. Y vamos a decir a otro millón de estudiantes que, cuando se gradúen, no tendrán que pagar más que el 10% de su renta en préstamos estudiantiles, y que toda su deuda se perdonará al cabo de 20 años, 10 años si se meten a trabajar en el servicio público. Porque, en los Estados Unidos de América, nadie debería arruinarse porque ha querido ir a la universidad. Y ya es hora de que las universidades se tomen en serio el deber de recortar sus gastos, porque ellas también tienen que contribuir a resolver este problema.

Pero el precio de la universidad no es más que una de las cargas que afronta la clase media. Por eso, el año pasado, pedí al vicepresidente Biden que presidiera un grupo de trabajo sobre las Familias de Clase Media. Por eso estamos casi duplicando el crédito fiscal para cuidados infantiles, y estamos haciendo que sea más fácil ahorrar para la jubilación dando a todos los trabajadores acceso a una cuenta de pensiones y ampliando el crédito fiscal a quienes empiezan a ahorrar. Por eso estamos trabajando para elevar el valor de la mayor inversión de una familia: su casa. Las medidas que tomamos el año pasado para reforzar el mercado inmobiliario han permitido que millones de ciudadanos pidan nuevos préstamos y ahorren una media de 1.500 dólares en pagos de hipoteca. Este año, incrementaremos la refinanciación para que los propietarios de viviendas puedan pasarse a hipotecas más asequibles. Y para poder aliviar la deuda de las familias de clase media es precisamente para lo que seguimos necesitando una reforma del seguro de salud.

Que no haya equívocos: yo no decidí abordar este tema para apuntarme una victoria legislativa. Y a estas alturas debe de estar bastante claro que no decidí abordar la reforma sanitaria porque era políticamente conveniente.

Decidí ocuparme de la sanidad por las historias que he oído contar a ciudadanos con enfermedades preexistentes cuyas vidas dependen de que consigan cobertura; pacientes a los que se ha negado esa cobertura; y familias --incluso algunas con seguro-- que, con una enfermedad más, corren peligro de caer en la ruina.

Después de casi un siglo de intentarlo, estamos más cerca que nunca de aportar más seguridad a las vidas de muchos estadounidenses. La estrategia que hemos adoptado protegería a todos los ciudadanos de las peores prácticas de las aseguradoras. Daría a las pequeñas empresas y a los ciudadanos sin seguro una oportunidad de escoger un plan de salud asequible en un mercado competitivo. Exigiría que todos los planes de seguros incluyeran los cuidados preventivos. Y, por cierto, quiero reconocer la labor de nuestra primera dama, Michelle Obama, que este año va a crear un movimiento nacional para abordar la epidemia de la obesidad infantil y hacer que nuestros hijos estén más sanos.

Nuestra estrategia protegería el derecho de los ciudadanos que tienen seguro a mantener su médico y su plan. Reduciría los costes y las primas de millones de familias y empresas. Y, según la Oficina de Presupuestos del Congreso -la organización independiente a la que todas las partes consideran asignan la tarea de llevar las cuentas del Congreso-, nuestra estrategia reduciría el déficit hasta en un billón de dólares durante las dos próximas décadas.

Aun así, ésta es una cuestión compleja y, cuanto más se debatía, más escepticismo despertaba. Asumo mi parte de responsabilidad por no explicarla con más claridad a los ciudadanos. Y sé que, con todas las presiones y todos los tira y aflojas, este proceso dejó a la mayoría de los estadounidenses sin saber en qué iba a ayudarles.

Pero también sé que este problema no va a desaparecer. Para cuando termine de hablar aquí esta noche, más estadounidenses habrán perdido su seguro. Este año lo perderán millones. Nuestro déficit aumentará. Las primas subirán. A algunos pacientes les negarán los cuidados que necesitan. Los pequeños empresarios seguirán eliminando los seguros por completo. Yo no voy a abandonar a estos estadounidenses, y tampoco deben hacerlo quienes están en esta Cámara.

Cuando se hayan enfriado los ánimos, quiero que todo el mundo vuelva a echar un vistazo al plan que hemos propuesto. Si muchos médicos, enfermeros y expertos en sanidad, que conocen nuestro sistema mejor que nadie, piensan que esta estrategia es una inmensa mejora respecto al statu quo, es por algo. Pero si alguien, del partido que sea, tiene una estrategia mejor, que disminuya las primas, reduzca el déficit, proteja a los que no tienen seguro, refuerce Medicare para los ancianos e impida los abusos de las compañías de seguros, que me lo haga saber. Lo que yo le pido al Congreso es lo siguiente: no deis la espalda a la reforma. No en este momento. No cuando estamos tan cerca. Vamos a encontrar una forma de colaborar y rematar la tarea por el bien del pueblo estadounidense.

Ahora bien, aunque la reforma de la sanidad redujera nuestro déficit, no basta para sacarnos del enorme agujero fiscal en el que nos encontramos. Ése es un problema que hace que los demás sean mucho más difíciles de resolver, y que ha sido objeto de muchos enfrentamientos políticos.

Empezaré a hablar de los gastos de gobierno con una aclaración. Al principio de la década pasada, Estados Unidos tenía un superávit presupuestario de más de 200.000 millones de dólares. Cuando yo tomé posesión, llevábamos un año con un déficit de más de 1 billón de dólares y unos déficits proyectados de 8 billones de dólares durante la próxima década. La mayor parte se debía a no haber pagado dos guerras, dos recortes fiscales y un carísimo programa de medicamentos con receta. Además, los efectos de la recesión habían contribuido con un agujero de 3 billones de dólares en nuestro presupuesto. Eso fue antes de que yo llegara.

Si hubiera asumido el cargo en una época normal, nada me habría gustado más que empezar a reducir el déficit. Pero llegamos en medio de una crisis, y nuestros esfuerzos para evitar una segunda Depresión han sumado otro billón de dólares más a nuestra deuda nacional.

Estoy totalmente convencido de que hicimos lo que había que hacer. Pero, en todo el país, las familias están apretándose el cinturón y tomando decisiones difíciles. El gobierno federal debería hacer lo mismo. Por tanto, esta noche, voy a proponer unas medidas concretas para devolver el billón de dólares que hizo falta el año pasado para rescatar la economía.

A partir de 2011, estamos preparados para congelar los gastos de gobierno durante tres años. Los gastos relacionados con nuestra seguridad nacional, Medicare, Medicaid y la Seguridad Social no se verán afectados. Pero todos los demás programas a discreción del gobierno, sí. Como cualquier familia que anda justa de dinero, nos atendremos a un presupuesto para invertir en lo que necesitamos y sacrificar lo que no. Y si tengo que hacer respetar esta disciplina mediante un decreto, lo haré.

Seguiremos repasando el presupuesto partida por partida para eliminar programas que no podemos permitirnos y no funcionan. Ya hemos identificado 20.000 millones de dólares en ahorros para el próximo año. Con el fin de ayudar a las familias trabajadoras, vamos a prolongar nuestros recortes fiscales para la clase media. Pero en una época de déficits sin precedentes, no vamos a seguir con los recortes fiscales para las compañías petrolíferas, los gestores de fondos de inversión ni quienes ganan más de 250.000 dólares al año. No podemos permitírnoslo.

Incluso aunque paguemos lo que hayamos gastado durante mi mandato, seguiremos teniendo que afrontar el enorme déficit que teníamos cuando llegué al cargo. Más importante, el coste de Medicare (la asistencia sanitaria a las personas mayores), Medicaid (la asistencia sanitaria de beneficencia) y la Seguridad Social (el sistema de pensiones) seguirá disparándose. Por eso he convocado una Comisión Fiscal, con participación de los dos partidos, inspirada en una propuesta del republicano Judd Gregg y el demócrata Kent Conrad. Éste no puede ser uno de esos trucos de Washington que nos permite hacer como si hubiéramos resuelto el problema. La Comisión tendrá que ofrecer una serie concreta de soluciones en un plazo fijo. Ayer, el Senado bloqueó un proyecto de ley que habría creado esa comisión. Por consiguiente, voy a firmar un decreto que nos permita seguir avanzando, porque me niego a pasar este problema a otra generación de estadounidenses. Y mañana, cuando llegue la votación, el Senado debería restablecer la ley de ingresos sobre la marcha, que fue uno de los motivos principales por los que tuvimos superávits sin precedentes en los años noventa.

Sé que, dentro de mi propio partido, algunos dirán que no podemos ocuparnos del déficit ni congelar el gasto de gobierno cuando tantos están pasándolo tan mal. Estoy de acuerdo, y por eso esta congelación no entrará en vigor hasta el año que viene, cuando la economía sea más fuerte. Pero quiero que quede clara una cosa: si no tomamos medidas significativas para contener nuestra deuda, podría hacer daño a nuestros mercados, aumentar el precio de los préstamos y poner en peligro nuestra recuperación; todo lo cual, a su vez, podría tener un efecto todavía peor en el crecimiento del empleo y las rentas familiares.

Desde algunos escaños de la derecha, supongo que oiremos un argumento diferente: que si invertimos menos en nuestro pueblo, prolongamos los recortes fiscales a los ricos, eliminamos más normas y mantenemos el statu quo en sanidad, nuestros déficits desaparecerán. Lo malo es que eso es lo que hicimios durante ocho años. Es lo que nos metió en esta crisis. Es lo que contribuyó a que tengamos estos déficits. Y no podemos volver a hacerlo.

En vez de librar las mismas batallas cansinas que llevan décadas dominando Washington, ha llegado el momento de que probemos algo nuevo. Invirtamos en nuestros ciudadanos sin dejarles inmersos en una montaña de deuda. Hagamos frente a nuestra responsabilidad con quienes nos han traído aquí. Probemos con el sentido común.

Para ello, debemos reconocer que nos enfrentamos a un déficit de algo más que unos dólares. Nos enfrentamos a un déficit de confianza, dudas profundas y corrosivas obre el funcionamiento de Washington que llevan años creciendo. Para recobrar esa credibilidad debemos actuar en los dos extremos de Pennsylvania Avenue con el fin de poner fin a la desmesurada influencia de los lobbies, hacer nuestro trabajo de manera abierta y dar a nuestro pueblo el gobierno que se merece.

A eso vine a Washington. Por eso, por primera vez en la historia, mi administración publica en la red el nombre de los que visitan la Casa Blanca. Y por eso hemos excluido a los lobbistas de cargos de responsabilidad estratégica y puestos en consejos y comisiones federales.

Pero no podemos quedarnos ahí. Ha llegado la hora de exigir a los grupos de presión que revelen cada contacto que hagan en nombre de un cliente con mi administración y con el Congreso. Y ha llegado la hora de fijar unos límites estrictos a las contribuciones que puedan hacer los lobbistas a los candidatos para puestos federales. La semana pasada, el Tribunal Supremo revocó un siglo de legislación para abrir la posibilidad de que los intereses especiales -incluidos extranjeros- puedan gastar sin límites en nuestras elecciones. No creo que las elecciones deban financiarse con dinero de los intereses más poderosos del país ni, peor aún, de entidades extranjeras. La decisión debe ser del pueblo estadounidense, y por eso insto a demócratas y republicanos a que aprueben un proyecto de ley que contribuya a remediar este problema.

Insto asimismo al Congreso a que prosiga el camino de la reforma de las partidas destinadas de antemano. Han recortado parte del gasto y han adoptado cambios importantes. Pero para restablecer la confianza del público son necesarias más cosas. Por ejemplo, algunos miembros del Congreso colocan en la red peticiones de asignaciones de partidas. Hoy pido al Congreso que publique todas las peticiones en una sola página web antes de cada votación, para que los estadounidenses sepan cómo se gasta su dinero.

Por supuesto, ninguna de estas reformas se llevará a cabo si no reformamos también nuestra forma de trabajar juntos.

No soy ingenuo. Nunca pensé que el mero hecho de elegirme fuera a a traer la paz, la armonía y una era de colaboración entre los dos partidos. Sabía que las dos formaciones habían alimentado divisiones profundamente arraigadas. Y, en ciertos temas, hay diferencias filosóficas que siempre nos harán discrepar. Esas diferencias, sobre el papel del gobierno en nuestras vidas, se producen desde hace más de 200 años. Son la esencia misma de nuestra democracia.

Lo que causa frustración al pueblo norteamericano es un Washington en el que cada día es un día de elecciones No podemos estar siempre en campaña, con el único objetivo de ver quién puede conseguir más titulares bochornosos sobre su rival, la convicción de que, si tú pierdes, yo salgo ganando. Ningún partido debe retrasar ni obstaculizar cada proyecto de ley simplemente porque puede hacerlo. La confirmación de personas muy cualificadas para ocupar cargos públicos no debe depender de proyectos o agravios de unos cuantos senadores. Washington puede pensar que decir algo del otro bando, por falso que sea, forma parte del juego. Pero ese tipo de politiqueo es precisamente el que ha hecho que los partidos hayan dejado de ayudar a los ciudadanos. Peor aún, está sembrando más divisiones entre nuestros ciudadanos y más desconfianza en el gobierno.

Por tanto, no, no voy a renunciar a cambiar el tono de nuestra política. Sé que es un año de elecciones. Y después de la semana pasada, está claro que la fiebre de la campaña ha llegado antes que nunca. Pero tenemos que gobernar. A los demócratas, les recuerdo que todavía tenemos la mayoría más grande en décadas, y la gente espera que resolvamos algunos problemas, no que vayamos a escondernos. Y si la dirección republicana va a insistir en que se necesitan sesenta votos en el Senado para hacer cualquier cosa, entonces la responsabilidad de gobernar también es de ellos. Decir que no a todo puede ser buena política a corto plazo, pero no es gobernar. Estamos aquí para servir a nuestros ciudadanos, no cultivar nuestras ambiciones. Vamos a demostrar al pueblo que podemos trabajar juntos. Esta semana voy a hablar ante una reunión de republicanos de la Cámara. Y me gustaría empezar a celebrar reuniones mensuales con las direcciones de los dos partidos. Sé que lo aguardan con impaciencia.

Durante toda nuestra historia, ningún problema ha unido más a nuestro país que la seguridad. Por desgracia, parte de la unidad que sentimos después del 11-S se ha disipado. Podemos discutir todo lo que se quiera sobre quién tiene la culpa de ello, pero no me interesa remover el pasado. Sé que todos amamos a este país. Todos estamos entregados a su defensa. Así que vamos a dejar de lado las bravatas de patio de colegio sobre quién puede más. Vamos a rechazar la falsa alternativa entre proteger a nuestra gente y hacer respetar nuestros valores. Vamos a dejar atrás el miedo y las divisiones, y a hacer lo que haga falta para defender nuestra nación y labrar un futuro más esperanzado, para Estados Unidos y para el mundo.

Ésa es la tarea que comenzamos el año pasado. Desde mi primer día en el puesto, hemos renovado nuestra atención a los terroristas que amenazan a nuestro país. Hemos hecho inversiones importantes en seguridad interior y hemos desbaratado planes que amenazaban con eliminar vidas de estadounidenses. Estamos solucionando los fallos imperdonables que han quedado al descubierto con el intento de atentado del día de Navidad, con más seguridad en las líneas aéreas y una actuación más rápida por parte de nuestros servicios de inteligencia. Hemos prohibido la tortura y reforzado las relaciones con otros países, desde el Pacífico hasta la Península Arábiga, pasando por el sur de Asia. Y en el último año, hemos capturado o matado a cientos de combatientes y afiliados de Al Qaeda, entre ellos muchos líderes; muchos más que en 2008.

En Afganistán, estamos aumentando nuestras tropas y entrenando a las Fuerzas de Seguridad afganas para que puedan empezar a hacerse cargo de la situación en julio de 2011 y nuestros soldados puedan empezar a volver a casa. Recompensaremos el buen gobierno, reduciremos la corrupción y apoyaremos los derechos de todos los afganos, hombres y mujeres. Contamos con el apoyo de socios y aliados que también han reforzado su presencia y que mañana se reunirán en Londres para reafirmar nuestro objetivo común. Nos aguardan tiempos difíciles. Pero estoy seguro de que triunfaremos.

Mientras orientamos la lucha hacia Al Qaeda, estamos dejando Irak a su pueblo, de manera responsable. Como candidato, prometí que acabaría esta guerra, y es lo que estoy haciendo como presidente. Todas nuestras tropas de combate estarán fuera de Irak para finales del próximo mes de agosto. Apoyaremos al gobierno iraquí durante la celebración de las elecciones y seguiremos colaborando con el pueblo iraquí para promover la paz y la prosperidad regional. Pero que quede claro que esta guerra está terminando, y todos nuestros soldados volverán a casa.

Esta noche, todos nuestros hombres y mujeres de uniforme -en Irak, Afganistán y todo el mundo- deben saber que cuentan con nuestro respeto, nuestra gratitud y todo nuestro apoyo. Y, así como ellos deben tener los recursos que necesitan en la guerra, todos tenemos la responsabilidad de apoyarles cuando vuelven a nuestro país. De ahí que hayamos hecho el mayor aumento de las inversiones para los veteranos en décadas. Por eso estamos construyendo un edificio del siglo XXI para la Administración de Veteranos. Y por eso Michelle se ha asociado con Jill Biden para orquestar un compromiso nacional de apoyo a las familias militares.

A la vez que libramos dos guerras, nos enfrentamos al que es tal vez el mayor peligro para el pueblo estadounidense: la amenaza de las armas nucleares. He asumido la visión de John F. Kennedy y Ronald Reagan con una estrategia que invierta la tendencia a la difusión de estas armas y busque un mundo sin ellas. Para reducir nuestras reservas y nuestros lanzamisiles, sin dejar de garantizar el elemento disuasorio, Estados Unidos y Rusia están completando unas negociaciones sobre el tratado de control de armas de más alcance en casi veinte años. Y, en la Cumbre de seguridad nuclear del mes de abril, reuniremos a 44 países con un claro objetivo: asegurar todos los materiales nucleares vulnerables del mundo en un plazo de cuatro años, para que nunca puedan caer en manos de terroristas.

Estos esfuerzos diplomáticos nos han dado asimismo más fuerza para tratar con los países que insisten en violar los acuerdos internacionales y en intentar adquirir esas armas. Por eso ahora Corea del Norte afronta un aislamiento cada vez mayor y unas sanciones más fuertes; sanciones que están aplicándose con toda energía. Por eso la comunidad internacional está más unida y la República Islámica de Irán más aislada. Y, mientras los líderes iraníes sigan ignorando sus obligaciones, no puede haber duda: ellos también tendrán que arrostrar unas consecuencias cada vez más graves.

Ése es el tipo de liderazgo que estamos ejerciendo: un compromiso que favorece la seguridad y la prosperidad de todo el mundo. Estamos trabajando, a través del G-20, para sostener una recuperación mundial duradera. Estamos colaborando con comunidades musulmanas de todo el mundo para fomentar la ciencia, la educación y la innovación. Hemos pasado de ser espectadores a estar en primera línea de la lucha contra el cambio climático. Ayudamos a países en vías de desarrollo a alimentarse por sí mismos y continuamos la lucha contra el sida. Y estamos poniendo en marcha una nueva iniciativa que nos dará la capacidad de reaccionar con más rapidez y más eficacia al bioterrorismo y las enfermedades infecciosas, un plan que luchará contra las amenazas en nuestro país y reforzará la salud pública en el extranjero.

Estados Unidos lleva a cabo estas acciones, como ocurre desde hace sesenta años, porque nuestro destino está unido al de otros. Pero también lo hacemos porque es lo debido. Por eso, esta noche, mientras estamos aquí reunidos, más de 10.000 estadounidenses trabajan con muchos países para ayudar al pueblo de Haití a recuperarse y reconstruir.

Por eso estamos con la niña que sueña con ir a la escuela en Afganistán; apoyamos los derechos humanos de las mujeres que se manifiestan por las calles de Irán; y defendemos al joven al que se le ha negado un trabajo por culpa de la corrupción en Guinea. Porque Estados Unidos siempre debe estar al lado de la libertad y la dignidad humana.

En el extranjero, nuestra mayor fuerza la han constituido siempre nuestros ideales. Lo mismo ocurre dentro de nuestras fronteras. Vemos unidad en nuestra increíble diversidad, aprovechamos la promesa consagrada en nuestra Constitución: la idea de que todos somos iguales, que no importa quién sea o qué aspecto tenga una persona, si respeta la ley debe estar protegida por ella; que, si se adhiere a nuestros valores comunes, debe recibir el mismo trato que cualquier otra.

Debemos renovar continuamente esta promesa. Mi gobierno cuenta con una División de Derechos Civiles que está volviendo a perseguir las violaciones de los derechos civiles y la discriminación laboral. Hemos reforzado, por fin, nuestras leyes para prevenir los crímenes impulsados por el odio. Este año, trabajaré con el Congreso y con el ejército para revocar la ley que niega a los ciudadanos homosexuales el derecho a servir al país que aman por ser quienes son. Vamos a atacar drásticamente las infracciones de la ley sobre igualdad de salario, de forma que las mujeres obtengan la misma remuneración por una jornada igual de trabajo. Y debemos continuar la tarea de arreglar nuestro defectuoso sistema de inmigración, asegurar nuestras fronteras, aplicar nuestras leyes y garantizar que cualquiera que se atenga a las reglas pueda contribuir a nuestra economía y enriquecer nuestra nación.

Al final, son nuestros ideales y nuestros valores los que construyeron Estados Unidos. Unos valores que nos permitieron crear una nación compuesta por inmigrantes de todos los rincones del planeta; unos valores que todavía impulsan a nuestros ciudadanos. Cada día, los estadounidenses cumplen sus responsabilidades con respecto a sus familias y sus empresas. Una y otra vez, echan una mano a sus vecinos y hacen su contribución a su país. Se enorgullecen de su trabajo y tienen un espíritu generoso. Éstos no son valores republicanos ni valores demócratas, valores de empresarios ni valores de trabajadores. Son valores americanos.

Por desgracia, son demasiados los ciudadanos que han perdido la fe en que nuestras principales instituciones -nuestras empresas, nuestros medios de comunicación y, por qué no, nuestro gobierno- sigan reflejando esos mismos valores. Cada una de esas instituciones está llena de hombres y mujeres honrados que hacen una labor importante para contribuir a la prosperidad de nuestro país. Pero, cada vez que un consejero delegado se premia por un fracaso o un banquero nos pone a todos en peligro por su propia condicia personal, las dudas de la gente aumentan. Cada vez que los lobbistas manipulan el sistema o los políticos se despedazan en vez de ayudar a levantar el país, perdemos la fe. Cuantas más veces reducen los "expertos" de las tertulias de televisión los debates serios a discusiones estúpidas y las grandes cuestiones a frases sonoras, más se alejan nuestros ciudadanos.

No es de extrañar que haya tanto cinismo.

No es de extrañar que haya tanta desilusión.

Yo hice campaña con la promesa de cambio; un cambio en el que podemos creer, decía el eslogan. Y ahora mismo sé que hay muchos estadounidenses que no están seguros de si todavía creen que podemos cambiar o, por lo menos, de si yo puedo conseguirlo.

Pero hay que recordar una cosa: yo nunca sugerí que el cambio sería fácil ni que yo podía hacerlo solo. La democracia, en una nación de 300 millones de personas, puede ser ruidosa, caótica y complicada. Y, cuando uno intenta llevar a cabo grandes cosas y grandes transformaciones, se despiertan las pasiones y la controversia. Las cosas son así.

Quienes ocupamos cargos públicos podemos reaccionar actuando con prudencia y evitando tener que contar verdades incómodas. Podemos hacer lo necesario para salir bien parados en las encuestas y superar la siguiente elección en vez de hacer lo más conveniente para la siguiente generación.

Pero también sé otra cosa: si la gente hubiera tomado esa decisión hace cincuenta años o hace cien años o hace doscientos años, hoy no estaríamos aquí. La única razón por la que estamos es que hubo generaciones anteriores que no tuvieron miedo de hacer lo difícil, de hacer o que era necesario incluso cuando no estaban seguros de tener éxito, de hacer lo que hiciera falta para mantener vivo el sueño para sus hijos y sus nietos.

Nuestro gobierno ha sufrido algunos reveses este año, y algunos de ellos fueron merecidos. Pero todos los días me despierto sabiendo que no son nada comparados con los reveses que han sufrido numerosas familias en todo el país. Y lo que me permite seguir adelante y con ganas de luchar es que, a pesar de todos esos reveses, el espíritu de determinación, de optimismo y de decencia esencial que siempre ha sido la base del pueblo estadounidense, sigue vivo.

Sigue vivo en el pequeño empresario que me escribió, hablando de su compañía: "Ninguno de nosotros... quiere pensar, ni por asomo, en que podamos fracasar".

Sigue vivo en la mujer que dijo que, aunque tanto sus vecinos como ella han sufrido con la recesión, "somos fuertes. Somos resistentes. Somos americanos".

Sigue vivo en el chico de ocho años de Louisiana que me envió su paga y me pidió que se la hiciera llegar al pueblo de Haití. Y sigue vivo en todos los estadounidenses que lo han dejado todo para ir a algún lugar en el que nunca habían estado a sacar a gente a la que no conocían de debajo de escombros, con gritos de "¡U.S.A.! ¡U.S.A.! ¡U.S.A!" cada vez que se salvaba otra vida.

Ese espíritu que ha sostenido esta nación durante más de dos siglos sigue vivo en vosotros, su gente.

Hemos terminado un año difícil. Hemos superado un decenio difícil. Pero ahora empieza un nuevo año. Comienza una nueva década. No nos rendimos. No me rindo. Aprovechemos el instante para empezar de nuevo, llevar adelante el sueño y volver a fortalecer nuestra unión.

Gracias. Dios les bendiga. Y Dios bendiga a los Estados Unidos de América.



Wednesday, January 20, 2010

ALBERT CAMUS - Alguns apontamentos para Nemésis

Fez no dia 4 de Janeiro cinquenta anos que Albert Camus morreu. Tinha uns dias antes, terminado uns apontamentos sobre a forma de aforismos: um nunca fechado ensaio sobre o que não convém esquecer, sobre o que convém arrastar ao longo do tempo. Chamara-lhe “Para Nemésis” (Nemésis, a deusa filha da Noite e do Oceano), e dedicara-o a Cerésol, um amigo de longa data. Evocar Camus poderia ser mais um ritual literário. Não é ele que nos move. Mas o pretexto para não o deixar morrer. Porque um escritor morre quando não é lido. E a avaliar pelas leituras das novas gerações que chegam aos cursos universitários de Literatura, a crer nos inquéritos que preenchem, e nos modelos de literatura que incorporam, Albert Camus caiu num indiferente silêncio. Quem é Albert Camus? Um escritor que não queria esquecer em si a amálgama de raças de que todos somos feitos. Amarguravam-no os rótulos, sacudia-os muitas vezes debalde, sobretudo depois de ter recebido o Prémio Nobel. Sempre demasiado filósofo para entrar na cúria dos escritores, demasiado escritor para entrar na quinta dos filósofos, demasiado instintivo para o coro dos existencialistas, demasiado existencialista para o hino dos neo-realistas, demasiado materialista para ser religioso, demasiado religioso para ser materialista. Andamos a perdê-lo entre estes e outros lugares-comuns. Albert Camus é um escritor para o nosso tempo, para em cada tempo questionarmos o que somos. Fala-nos por isso de coisas incómodas e não rotuláveis. Numa folha dos seus cadernos foi anotando as dez palavras que preferia. “Resposta à questão sobre as minhas dez palavras preferidas: Mundo, Dor, Terra, Mãe, Homens, Deserto, Miséria, Verão, Mar”. Antes o lêssemos com palavras-chave ou com aforismos. E dele fizéssemos apontamentos para Nemésis, formas de Memória, nascidas do escuro da Noite e da mobilidade do Oceano. As palavras-chave abrem livros e mundos. E os aforismos são uma sabedoria erudita, como provérbios de um povo de leitores.


Mundo: “O meu papel não o de transformar o mundo. […] Ou transformar os homens. […] Mas talvez seja o de, na minha circunstância, somente servir aqueles valores sem os quais o mundo, mesmo transformado, não merece ser vivido”. Ler O Homem Revoltado. O absurdo do mundo não é uma conclusão. Mas pode ser um ponto de partida.

Dor: “Devemos servir ao mesmo tempo a Dor e a Beleza. A demorada paciência, a força, a secreta vitória que isso exigirá de nós tornar-se-ão as virtudes sobre as quais fundaremos o renascimento de que sentimos necessidade”. Ler O Avesso e o Direito. Nunca se deve escolher entre O Avesso e o Direito do mundo. Não se pode escolher.

Terra: “Bem pobres são aqueles que têm necessidade de mitos. Aqui os deuses transformam-se em leitos e miradouros ao longo dos caminhos. Descrevo e digo: ’Aqui está o vermelho, o azul, o verde. Isto é o mar, a montanha, flores’. Que necessidade tenho de falar de Dionísio para falar do gosto que tenho em esmagar as sementes de lentisco perto do nariz?” Ler O Estrangeiro. Há uma aprendizagem a fazer do que temos. E do que perdemos quando o esquecemos.

Mãe: “[…] o sentimento bizarro que um filho dedica a sua mãe constitui toda a sua sensibilidade. As manifestações dessa sensibilidade nos mais diferentes domínios explicam-se suficientemente por essa memória latente, o material da sua infância (cola que adere à alma) ”. Ler O Primeiro Homem. Crescer a tentar perceber os silêncios, as lacunas, os gestos, os actos. Mais importantes do que as palavras que foram faltando.

Homens: “Todos nós sabemos bem, sem qualquer sombra de dúvida, que a tão procurada nova ordem mundial, não pode ser a imposição de uma perspectiva nacional, nem mesmo continental, e muito menos ocidental ou oriental. Ela só pode ser universal”. Ler Os Justos. Ajuda a reflectir sobre o terrorismo e os seus limites. Entender a ordem é compreender a diversidade. Entender o Mal é desde logo exigir em nós a acção responsável do Bem.

Deserto: “O deserto tem algo de implacável. O céu mineral de Orão, as suas ruas, as suas árvores revestidas pela poeira, tudo contribui para criar esse universo espesso e impassível, onde o coração e o espírito nunca andam distraídos, nele encontrando sempre razões para crescer, para se afirmar”. Ler Calígula ou A Queda. O deserto nas cidades também. O das palavras indiferentes e o dos gestos brutais. E a teimosa lição de toda a vida que existe no deserto.

Miséria: Respondendo a um crítico que lhe observava que não podia ter aprendido o valor da liberdade em Marx: “- É verdade, aprendi-o na miséria”. Ler A Peste. A miséria que pode amesquinhar. A miséria que pode tolher. A miséria que pode desculpar o uso do sabre. Mas também a possibilidade de tudo perder. E da vitória possível do espírito sobre o sabre.

Verão: “Nunca falhamos na vida quando a colocamos na luz. Ao longo das situações, descontentamentos, desilusões, o meu zelo era o de voltar a encontrar os contactos do mundo. E mesmo mergulhado na minha tristeza, que desejo de amar, que inebriamento, à simples visão de uma colina ao cair da tarde”. Ler O Verão. Devia ser traduzido. Existe todavia na internet uma versão brasileira, disponível.

Mar: “Preciso de me despir e depois mergulhar no mar, o corpo perfumado ainda com as essências da terra, e nele as lavar, sentindo sobre a minha pele o beijo por que suspiravam há tanto tempo a terra e o mar”. Ler Núpcias. A voluptuosidade do volúvel. O prazer do que é indefinido e muda de forma. Como do que é palpável e rigoroso.

O sentimento do absurdo é fácil. Difícil é pegar no absurdo e teimar em derrotá-lo. Com “aquela vontade admirável de nada separar ou excluir que sempre reconciliou e reconciliará ainda o coração dorido dos homens e a primavera do mundo”.

Maria Luísa Malato Borralho - Faculdade de Letras da Universidade do Porto

[Publicado, no dia 15 de Janeiro de 2010, em As Artes Entre as Letras.]

Saturday, January 09, 2010

ALBERT CAMUS: O LUGAR DO MORTO

“ATENÇÃO FLASH O ESCRITOR ALBERT CAMUS MORTO NUM ACIDENTE DE AUTOMÓVEL EM YONNE, PERTO DE SENS”.

A notícia caía assim sumariamente, a meio da tarde de 4 de Janeiro de 1960, divulgada pela France-Presse. Os pormenores viriam mais tarde. O acidente ocorrera sem causas aparentes: Michel Gallimard vinha a conduzir com Albert Camus ao lado. Atrás, a mulher e a filha de Michel. Velocidade excessiva? Lençol húmido no asfalto? Depois da derrapagem e do choque com um plátano, os ocupantes do banco de trás seriam projectados e sobreviveriam. Michel morrerá alguns dias depois. Albert Camus terá tido morte imediata. Ocupava o lugar do morto. Fez, na passada 2.ª feira, 50 anos.

Mas o que nos interessa hoje recordar num acidente de há 50 anos atrás? Que interesse podem ter actualmente as discussões em França sobre a proposta de transladação dos restos mortais, do pequeno cemitério de Lourmarin para o Panteão em Paris? Qual é verdadeiramente “o lugar do morto” de um escritor universal? Lourmarin ou Paris? Talvez a pequena laje de Lourmarin, onde um amigo plantou, pouco tempo depois, um absinto trazido de Tipasa, lhe pese ainda hoje menos que as paredes em mármore de Paris. E o que interessa esta data, e “o lugar do morto”, para os leitores de hoje, em Portugal, 50 anos depois de um escritor francês ter morrido num acidente de automóvel “près de Sens”, literalmente perto de Sentido? A avaliar nos inquéritos que, com alguma regularidade, fazemos aos alunos que chegam ao primeiro ano dos cursos de Literatura da minha Universidade, pouca legibilidade terá a questão.

Albert Camus quase deixou de ser lido em Portugal. E existem claramente fossos geracionais acentuados a partir dos anos 80. Camus foi o autor de uma geração que o lia com paixão ou como provocação: era “o autor do absurdo”, “o defensor do suicídio”, novo Nietzsche da morte de Deus. A geração seguinte já lerá O Mito de Sísifo ou O Estrangeiro como obrigação escolar. A geração actual não o conhece, não o lê, não o vê referido. Quando muito, Camus parece-nos hoje reduzido a uma linha enciclopédica, “près de Sens”, perto de Sentido, mas ainda sem sentido: “ (1913-1960): escritor francês, que se inscreve na escola do Existencialismo, definindo-se a partir do conceito de absurdo da existência humana”. Talvez nenhuma das gerações referidas o tenha verdadeiramente conhecido ou lido, mesmo quando o lia como paixão ou como provocação. Sobretudo talvez quando o lia assim: lia-se a si própria.

Albert Camus sempre se movimentou mal entre os seus rótulos. Não era um defensor do Absurdo, mas um crítico do Absurdo em que via a sociedade mover-se: Ah, “a fúria contemporânea de confundir o escritor com o seu tema, não é sensível a esta liberdade relativa do escritor. E assim nos tornamos ‘profeta do absurdo’. […] Para que serve então dizer uma vez mais que, no contexto que me interessava e no qual eu escrevo, o absurdo não pode ser senão um ponto de partida, ainda quando a sua lembrança e a sua emoção acompanham os passos dados depois? […] Sem ir até ao limite da questão, pode-se, pelo menos, reparar que, da mesma forma que não se pode afirmar o ‘materialismo absoluto’ (desde logo porque a palavra pressupõe a existência de algo mais do que a matéria), também se não pode falar de niilismo total”. Leia-se o restante no livro O Verão, capítulo “O Enigma”. Poucos escritores religiosos reivindicaram como ele “o direito a amar sem medida”. E na sua obra de homenagem à vida, à coragem e à natureza, nem uma linha existe de defesa do suicídio, embora muitos leitores por alto interpretassem o acidente de 4 de Janeiro como um acto coerente. Que percebemos nós do lugar do morto?

“O lugar do morto”, para Albert Camus, são os seus rótulos. “Escritor francês”, ignorado numa cultura que se tornou americanizada sem Poe, Twain ou Plath. “Filósofo existencialista”, quando nenhum pensador dos novos tempos se afirma ainda nesse “arcaísmo”. “Escritor de esquerda”, mas demasiado “burguês” para prescindir de algumas liberdades individuais, pouco realista, ainda menos “neo-realista”. “Provocador”, mas demasiado “colono” nas suas reticências ao processo de independência da Argélia. O lugar da vida, para Albert Camus, são as leituras para além dos rótulos, a compreensão do seu compromisso com o amor, a coragem, a justiça e a beleza, acima de todas as outras razões legítimas. Por isso, ainda em vida, foi tão atacado pelos que lhe eram semelhantes, pelos escritores demasiado franceses ou oficialmente de esquerda, pelos existencialistas de cartilha ou pelos provocadores de ofício. Pouco antes de partir da casa de Lourmarin, Camus teria terminado o ensaio “Para Nemesis”, aforismos do que se não deve esquecer, saídos da união original entre a Literatura e da Filosofia. No dia do acidente, levava, numa pasta preta de couro, o manuscrito da obra em que andava a trabalhar: “O Primeiro Homem”, um romance em que partia da sua infância na Argélia, órfão de pai, para a consciência de que cada homem no mundo, à semelhança de si e de cada argelino, se faz a partir dessa ausência, dessa orfandade e incompletude, no paraíso potencial que é a nossa vida na terra.

É isso que conheceremos, se o lermos, quando o lermos. Em Lourmarin, em Paris, em Tipasa, em Nova York ou em Lisboa.

Maria Luísa Malato Borralho (Faculdade de Letras da Universidade do Porto)

[Artigo publicado, hoje, no “Expresso”, também disponível aqui.]

Wednesday, January 06, 2010

ALBERT CAMUS – UMA CRONOLOGIA PELO CINQUENTENÁRIO DA SUA MORTE (revista)

Albert Camus – 7 de Novembro de 1913 (Mandovi, Constantine - Argélia) – 4 de Janeiro de 1960 (Villeblevin)

Albert Camus argelino, pelo nascimento, filho de emigrantes, nasceu pobre. A sua mãe, Catherine Sintès, era de ascendência espanhola (Baleares) e seu pai, Lucien Camus, de ascendência francesa.

O pai morreu em 11 de Outubro de 1914, no hospital militar de Saint-Brieuc, depois de ter sido gravemente ferido na Batalha de Marne. A família muda-se para o bairro Belcout, em Argel.

1918-1923 – Camus frequenta a escola comunal de Belcourt tendo chamado a atenção de Louis Germain, seu professor, que admirando as qualidades do seu jovem aluno e apercebendo-se da vontade da família para que abandonasse os estudos por motivos económicos, intercedeu junto da avó de Camus (a verdadeira matriarca da família) para que lhe fosse permitido prosseguir. A diligência foi bem sucedida e, em 1923, Camus ingressa, como bolseiro, no liceu Bugeaud, em Argel.

1924- 1931 – Frequenta o curso liceal nunca tendo esquecido o seu mestre Louis Germain a quem dedicará os Discursos da Suécia, pronunciados em Dezembro de 1957, por ocasião da entrega do prémio Nobel da Literatura. Segue Filosofia, tendo como professor Jean Grenier, um notável escritor, cuja influência se revelará decisiva na formação intelectual e humana de Camus. Em 1931, é obrigado a abandonar a paixão pelo futebol, de que chegou a ser praticante, numa equipa da Universidade de Argel, devido aos primeiros sinais da tuberculose, doença que o impedirá naquele ano de fazer as provas de acesso à Faculdade.

1932- 1935 – Prepara a sua licenciatura em filosofia na Universidade de Argel. Publica alguns artigos na Revista Sud. Jean Grenier publica As Ilhas. Em 16 de Junho de 1934, Camus casa-se, pelo civil, com Simone Hié. Nesse mês obtém o certificado de Psicologia e, em Novembro de 1934, o Certificado de Estudos Literários Clássicos. O ano de 1935 revela-se fecundo: obtém o certificado de Filosofia Geral e História da Filosofia. Começa a escrever L´Envers et l´Endroit e em Maio, inicia a escrita dos Cadernos e funda o Teatro do Trabalho. Compõe, “em colectivo”, a peça Revolta nas Astúrias e, por influência de Jean Grenier, no Outono de 1935, adere ao Partido Comunista Argelino.

1936 – Em Abril, é proibida a representação de Revolta nas Astúrias, mas a peça é publicada pela Editora Charlot; em Maio, Camus obtém o Diploma de estudos superiores em filosofia com uma tese intitulada Metafísica cristã e neoplatónica: Plotino e Santo Agostinho; nesse mesmo mês, a Frente Popular vence as eleições em França; a 17 de Julho, tem início a Guerra Civil Espanhola que o marcou profundamente e na qual toma, declaradamente, o partido dos republicanos. Mais tarde será condecorado pelo governo espanhol republicano, no exílio, numa peculiar cerimónia, em que comparece sozinho; realizou uma viagem, marcante, à Europa Central e separou-se de Simone Hié.

1937 – Edita, em Argel, com uma tiragem reduzida, L´Envers et l´Endroit; elabora o projecto para La Mort heureuse e trabalha na redacção de Noces; doente, parte para Paris, Marselha e visita o norte de Itália, deixando nos Cadernos notáveis apontamentos desta visita; de regresso à Argélia, recusa o lugar de professor em Sibi-bel-Abbès (Orão); o Teatro do Trabalho passa a chamar-se Teatro da Equipa. Em Agosto de 1937, é excluído do Partido Comunista, acusado de “trotskista”. Encontra, pela primeira vez, Francine Faure, sua futura mulher.

1938 – Concluíndo Noces, toma notas para Calígula e trabalha, intensamente, na actividade teatral, destacando-se uma adaptação de Os Irmãos Karamazov, de Dostoievski, na qual interpretará o papel de Ivan Karamazov. Conhece Pascal Pia, redactor-chefe do novo jornal Alger républicain, do qual se torna redactor. Faz a apresentação do primeiro número da Revista Rivages.

1939 – Publicou, em Argel, Noces, nas Edições Chalot; a França e a Inglaterra declaram, a 3 de Setembro, guerra à Alemanha; o seu alistamento voluntário no exército é recusado por razões de doença. Proibição do Soir républicain que havia sucedido ao Alger républicain.

1940 – Camus parte, em 14 de Março, para Paris, onde se junta a Pascal Pia, assumindo funções no secretariado da redacção do Paris-Soir. No dia 1º de Maio, escreve numa carta a Francine: “Je viens de terminer mon roman […] Sans doute, mon travail n´est pas fini”. Tratava-se de L´Étranger. Nos inícios de Junho, face à iminência da ocupação de Paris pelos alemães, Camus acompanha a redacção do “Paris-Soir” para Clermont-Ferrand, instalando-se, em Setembro, na cidade de Lyon; em Novembro, junta-se-lhe Francine Faure e, a 3 de Dezembro, casam em Lyon, tendo como testemunhas Pascal Pia e três tipógrafos do jornal; logo de seguida, no final do ano, é despedido, regressando à Argélia, Orão.

1941 – Este regresso forçado à Argélia, para junto dos familiares da mulher, em Orão, cidade que detestava, coincidiu com uma época de dificuldades materiais; a 21 de Fevereiro, escreve nos “Cadernos”: “Terminé Sisyphe. Les trois Absurdes sont achevés”. Faz circular o manuscrito de “O Estrangeiro”; em Abril, regressa a Argel e, em Novembro, “O Estrangeiro” é aceite pela equipa de leitura da editora Gallimard.

1942 – Sofre uma recaída da tuberculose e, a meio de Agosto, muda-se para as terras altas de Auvergne; em Maio, é publicado pela Gallimard, “L´Étranger”, acabado de imprimir em 21 de Abril, a que se segue, em Outubro, a publicação, pela mesma editora, de Le Mythe de Sisyphe. Escreve La Peste; a 8 de Novembro, as tropas aliadas desembarcam em Marrocos e na Argélia, separando-o da mulher, que havia regressado à Argélia no mês anterior; reencontrar-se-ão somente após a Libertação.

1943 – 1944 – Estabelece contacto com o movimento clandestino da Resistência Combat e torna-se leitor da Gallimard; encontra-se com Claude Bourdet, do Comité Nacional da Resistência, assumindo funções, cada vez mais importantes, no jornal Combat que o levaram a assumir, no início de 1944, a direcção do Jornal; a 6 de Junho, as tropas aliadas desembarcam na Normandia; em Junho, Le malentendu sobe à cena, sob a direcção de Marcel Herrand. O seu empenhamento no teatro, de que tanto gostava, propicia a paixão pela actriz Maria Casarès, com a qual manterá um longo relacionamento amoroso; em 21 de Agosto, é editado o primeiro número legal do jornal Combat com um editorial assinado, pela primeira vez, com o nome de Camus, intitulado: “Le Combat continue …”; 25 de Agosto é o dia da libertação de Paris e Camus intitula o seu editorial “La Nuit de la Vérité”; a partir de 31 de Agosto escreve no Combat uma série de notáveis artigos acerca da liberdade de imprensa.

1945 – No pós-guerra, Camus desenvolveu uma intensa actividade jornalística e política; uma das suas mais relevantes tomadas de posição refere-se ao lançamento da primeira bomba atómica sobre Hiroshima, a 6 de Agosto, tendo, dois dias depois, publicado um editorial referindo “as terríveis perspectivas que se abrem à humanidade”; a 5 de Setembro, nascem os seus filhos gémeos, Catherine e Jean. Representação de Calígula no teatro Hébertot e publicação, pela Gallimard, de Lettres à un ami allemand, em memória de René Leynaud.

1946 – Em Março/Junho, viaja para os Estados Unidos e Canadá; pelo Outono nasce uma mútua, e profunda, amizade com René Char (“Char que eu amo como a um irmão”- dirá a Pierre Berger), que, para Camus, era mais do que um poeta, um resistente, o Capitão Alexandre da Resistência, chefe do “maquis”; em Novembro, escreveu uma série de oito artigos para o Combat, reunidos sob o título Nem vítimas nem carrascos. Reescreve La Peste.

1947 – A 3 de Junho, Camus abandona o jornal Combat, cuja redacção se havia dividido a propósito da criação por De Gaulle do RPF (Rassemblement du Peuple Français); no dia 10 do mesmo mês, é publicado La Peste, edição da Gallimard: é o seu primeiro grande sucesso editorial tendo sido vendidos, entre Julho e Setembro, 96 000 exemplares, e com ele tendo obtido o “Prémio dos Críticos”.

1948 – Em Janeiro, termina a redacção de L´État de siège, no qual trabalhará ainda em Julho; em Outubro, esta peça sobe à cena, com encenação de Jean-Louis Barrault, tendo constituído um tremendo fracasso, tanto para a crítica como para o público.

1949- 1951 – Em Julho/Agosto de 1949, Camus realiza uma longa viagem à América do Sul, para proferir uma série de Conferências; regressa gravemente doente; durante a viagem, concluira a peça Les Justes que, em Dezembro, sobe à cena, com encenação de Paul Oettly, tendo Serge Reggiani e Maria Casarés nos principais papéis. Segundo as suas próprias palavras, tratou-se de um semi-sucesso. No ano de 1950, além da publicação de Actuelles, Chroniques 1944-1948”, Camus recupera da doença. Em 1951, termina a redacção de L´Homme Révolté, publicado em Outubro, pela Gallimard, desencadeando então uma forte polémica que ganhará sobretudo expressão no ano seguinte.

1952 – Alguns dias antes da saída do livro, Camus dissera a Oliver Todd, seu biógrafo: “Apertemos as mãos. Porque daqui a alguns dias não haverá muita gente para me apertar a mão”. Camus sabia que a liberdade de pensamento nem sempre é bem aceite. Em L´Homme Révolté, Camus realiza um esforço sério para compreender o seu tempo, ousando condenar não só a barbárie nazi, mas também o Goulag, contra a opinião dos seus amigos da esquerda sob a hegemonia do Partido Comunista Francês. Em Maio, na revista Temps Modernes, Francis Jeanson, a mando de Sartre, publica um artigo violento, e insultuoso, contra o ensaio de Camus, que responde dirigindo-se ao director da revista, ou seja, ao próprio Sartre, levando ao corte de relações entre ambos. Em Dezembro, Camus publica “Post-sciptum”, texto no qual procura explicar as razões que o tinham levado a escrever L´Homme Révolté. Recusa-se a colaborar com a UNESCO, em protesto contra a admissão da Espanha franquista na organização.

1953 – Camus desenvolve intensa actividade no campo teatral e toma posições públicas de protesto contra a prisão, na Argentina, de Victoria Ocampo, contra a intervenção da União Soviética em Berlim Leste e contra a repressão, pela polícia de Paris, de manifestantes da África do Norte; a Gallimard publica o volume Actuelles II (1948-1953); surge nos Cadernos a primeira referência ao esboço do que viria a ser a sua última obra, Le Premier Homme. Sua mulher Francine dá sinais de uma grave depressão.

1954 – O estado depressivo de Francine agrava-se e Camus vive um período de grande cansaço e desilusão; a Gallimard publica L´Été, na colecção Les Essais; profere intervenções públicas a favor de sete tunisinos condenados à morte; a 7 de Maio, escreve nos Cadernos: “Queda de Dien Bien Phu. Como em 40, sentimento partilhado de vergonha e de fúria”; em Setembro, Francine apresenta melhoras; viagens à Holanda e a Itália, para uma série de conferências, enquanto eclode, na Argélia, a luta armada de libertação.

1955 – Em Fevereiro, viaja para a Argélia, visitando as regiões atingidas por um violento tremor de terra no ano anterior enquanto a crise política argelina se agrava, tendo sido instaurado, por Edgar Faure, Presidente do Conselho, o “estado de emergência”; em Abril/Maio, realiza um sonho antigo: a viagem à Grécia, onde profere uma série de conferências. Em Julho/Agosto, visita, de novo, a Itália; em Julho escreveu, no L´Express, dois longos artigos – “Terrorisme et répression” e “L´Avenir algérien” – acerca da situação argelina –, apelando à realização de uma conferência com vista a alcançar uma solução política, uma “espécie de nação mista, na qual franceses e árabes viveriam livremente e em igualdade de direitos em solo argelino”; entretanto, a situação política agrava-se na Argélia e, no 1º de Outubro, escreve “Lettre à un militant algérien” e outros artigos acerca da situação argelina, nos quais defende uma conciliação entre os interesses em presença, afirmando que “a Argélia não é a França” mas que nela vivem um milhão de franceses; a escalada da guerra na Argélia tornara-se insuportável para Camus que viveu a “infelicidade argelina como uma tragédia pessoal “. Apoia a Frente Republicana e o programa eleitoral de Mendes-France. Em Novembro, publica, no Le Monde libertaire, “L´Espagne et le Donquichottisme”.

1956 – Numa última tentativa de conciliação no conflito argelino, que se agravava dia a dia, Camus viaja para a Argélia, onde lança, perante uma assembleia tensa e conturbada, um dramático apelo em prol de uma trégua que poupasse os civis: “ (…) porque mesmo o mais decidido entre vós conserva no meio da confusão da luta um recanto do seu coração, no qual, eu sei bem, não se conforma com o assassínio e o ódio e sonha com uma Argélia feliz. É a esse recanto em cada um de vós, franceses e árabes, que nós apelamos”. Olivier Todd, no final da sua biografia, Albert Camus, una vie, (Gallimard, 1996), escreverá depois que “face ao problema argelino, Camus foi legalista e moralista … ele queria para a Argélia o que alguns, com Nadine Gordimer à cabeça, sonharam para a África do Sul: a coexistência na igualdade de direitos; dois povos numa só nação e um estado de direito multirracial”. Mas tal sonho tornara-se irrealizável na Argélia. Em Maio, a Gallimard publica La chute; em 2 de Julho, Camus assina um texto de protesto contra a repressão em Poznan (Polónia); em 4 de Novembro, as tropas soviéticas entram em Budapeste, esmagando a insurreição húngara; responde ao apelo dos escritores húngaros e pede à ONU que mande retirar as tropas da URSS da Hungria: “Pour une démarche commune à l´ONU des intellectuels européens” (Franc-Tireur).

1957 – Em Março, discursa na Sala Wagram contra a intervenção na Hungria (“Kadar a eu son jour de peur”) e publica, pela Gallimard, L´Exil et le Royaume. Mas este é o ano do Nobel da Literatura que lhe seria atribuído, em 16 de Outubro, “pelo conjunto de uma obra que lança luz sobre os problemas que se colocam, nos nossos dias, à consciência do homem”. A reacção de Camus à notícia ficou registada nos Cadernos, no dia 17 de Outubro, com uma pungente referência à sua infância pobre, lembrando a mãe: “Nobel. Étrange sentiment d´accablement et de mélancolie. À 20 ans, pauvre, et nu, j´ai connu la vrais gloire. Ma mère. » Mas, logo no dia 19, nos mesmos Cadernos, o reverso da medalha: «Effrayé par tout ce qui m´arrive et que je n´ai pas demandé. Et pour tout arranger attaques si basses que j´en ai le cœur serré ». René Char, por sua vez, de coração aberto, exulta, numa carta dirigida a Camus: “J´espère, je crois que l´on ne nous dit pas ce qui ne sera pas. Donc cette assurance dans la presse m´incite déjà sans réserve à me réjouir et à trouver ce jeudi 17 octobre 1957 le meilleur, le plus éclairé, oui le meilleur jour depuis longtemps pour moi entre tant de jours désespérants. Je vous pris d´accepter, en souvenir d´aujourd´hui, cette petite boîte qui me sauva la vie jadis dans le maquis et que j´ai conservée comme une relique vraiment intime».

No outono publicou, pela Calmann-Lévy, Reflexões acerca da pena capital; na Suécia, a partir de 9 de Dezembro, proferia, além do discurso de aceitação do Prémio Nobel, duas conferências, em Estocolmo e Upsala; na primeira das quais, interpelado por um jovem argelino, profere uma célebre, e polémica, frase: «Je crois à la justice, mais je défendrai ma mère avant la justice ».

1958 – Com o dinheiro do Prémio Nobel compra uma casa em Lourmarin. Sua mãe recusa sair da Argélia e Camus decide abster-se de qualquer intervenção directa no conflito argelino. Em Janeiro, publica, na Gallimard novamente, Discours de Suède e, em Junho, Actuelles III, Chroniques algériennes (1939-1958). Em Março/Abril, visita a Argélia e, em Junho, doente, regressa à Grécia. Trabalha na adaptação teatral de Os Possessos, de Dostoievski, que sobe à cena, em Janeiro do ano de 1959, com encenação do próprio Camus.

1959 - No mês de Março, nova visita à Argélia, para ver a mãe, recentemente operada; começa a escrever, finalmente, Le Premier Homme, a que dedica todo o ano; apresentação de Possédés em Veneza, assim como em França e noutros países; a 14 de Dezembro tem o seu derradeiro encontro público, com estudantes estrangeiros em Aix-en-Provence, no qual em resposta à pergunta: “Êtes-vous un intellectuel de gauche?” – responde: “ Je ne suis pas sûr d´être un intellectuel. Quant au reste, je suis pour la gauche, malgré moi, et malgré elle”.

1960 – No dia 3 de Janeiro, Camus parte da sua casa de Lourmarin, onde havia passado o fim de ano, de regresso a Paris, no Facel Vega conduzido por Michel Gallimard. Francine Camus fizera a viagem de comboio na qual deveria ter sido acompanhada por Camus; no dia seguinte, no prosseguimento da viagem, o carro despista-se, numa longa recta, em Villeblevin, perto de Montereau, embatendo num plátano, provocando a morte imediata de Camus e, cinco dias mais tarde, a de Michel Gallimard. Na pasta de couro de Camus, encontrava-se, além de diversos objectos pessoais, o manuscrito de Le Premier Homme, cento e quarenta e quatro páginas que sua mulher Francine haveria de dactilografar e sua filha, Catherine, fixaria em texto, publicado pela Gallimard, na primavera de 1994.

Albert Camus está sepultado em Lourmarin.

Principais fontes : Cronologia de Pierre-Louis Rey - Œuvres complètes I – Gallimard (2006); Camus -  Brigitte Sandig -Círculo de Leitores (1998); Camus ou les promesses de la vie –  Daniel Rondeau - MENGÈS (2005) ; Camus -  Maria Luisa Borralho - Rés (1984).


[Versão revista pela Prof. ª Maria Luísa Borralho Malato, que muito agradeço.]

Lisboa, 4 de Janeiro de 2010

Eduardo Graça

Sunday, January 03, 2010

ALBERT CAMUS – UMA CRONOLOGIA PELO CINQUENTENÁRIO DA SUA MORTE

Albert Camus – 7 de Novembro de 1913 (Mandovi, Constantine - Argélia) – 4 de Janeiro de 1960 (Villeblevin)
Albert Camus argelino, pelo nascimento, filho de emigrantes, nasceu pobre. A sua mãe, Catherine Sintès era de ascendência espanhola (Baleares) e seu pai, Lucien Camus, de ascendência francesa.
Seu pai morreu em 11 de Outubro de 1914, no hospital militar de Saint-Brieuc, depois de ter sido gravemente ferido na Batalha de Marne. A família muda-se para o bairro Belcout, em Argel.
1918-1923 – Camus frequenta a escola comunal de Belcourt tendo chamado a atenção de Louis Germain, seu professor, que admirando as qualidades do seu jovem aluno, apercebendo-se da vontade da família para que abandonasse os estudos, por motivos económicos, intercedeu junto da avó de Camus (a verdadeira matriarca da família) para que lhe fosse permitido prosseguir. A diligência foi bem sucedida e, em 1923, Camus ingressa, como bolseiro, no liceu Bugeaud, em Argel.
1924- 1931 – Frequenta o curso liceal nunca tendo esquecido o seu mestre Louis Germain a quem dedicará os “Discursos da Suécia”, pronunciados em Dezembro de 1957, por ocasião da entrega do prémio Nobel da Literatura. Segue Filosofia, tendo como professor Jean Grenier, um notável escritor, cuja influência se revelará decisiva na formação intelectual e humana de Camus. Em 1931 é obrigado a abandonar a paixão pelo futebol, de que chegou a ser praticante, numa equipa da Universidade de Argel, aos primeiros sinais da tuberculose que o impediu também de fazer as provas de acesso à Faculdade.
1932- 1935 – Prepara a sua licenciatura em filosofia na Universidade de Argel. Publica alguns artigos na Revista Sud. Jean Grenier publica “As Ilhas”. Em 16 de Junho de 1934 casa-se, pelo civil, com Simone Hié. Neste mês obtém o certificado de Psicologia e, em Novembro de 1934, o Certificado de Estudos Literários Clássicos. O ano de 1935 revela-se fecundo: obtém o certificado de Filosofia Geral e História da Filosofia. Começa a escrever “L´Envers et l´Endroit” e em Maio, inicia a escrita dos “Cadernos” e funda o “Teatro do Trabalho”. Compõe, “em colectivo”, a peça “Revolta nas Astúrias” e, por influência de Jean Grenier, no Outono de 1935, adere ao Partido Comunista Argelino.
1936 – Em Abril é proibida a representação de “Revolta nas Astúrias” mas a peça é publicada pela Editora Charlot; em Maio, Camus obtém o Diploma de estudos superiores em filosofia com uma tese intitulada “Metafísica cristã e Neoplatónica, Plotino e Santo Agostinho”; nesse mesmo mês a Frente Popular vence as eleições em França; em 17 de Julho tem início a Guerra Civil Espanhola que o marcou profundamente e na qual toma, declaradamente, o partido dos republicanos. Mais tarde será condecorado pelo governo espanhol republicano, no exílio, numa peculiar cerimónia, em que comparece sozinho; realizou uma viagem, marcante, à Europa Central e separou-se de Simone Hié.
1937 – Edita, em Argel, com uma tiragem reduzida “L´Envers et l´Endroit”; elabora o projecto para “La Mort heureuse” e trabalha na redacção de “Noces”; doente parte para Paris, Marselha e visita o norte de Itália deixando nos Cadernos notáveis apontamentos desta visita; de regresso à Argélia recusou o lugar de professor em Sibi-bel-Abbès (Orão); o “Teatro do Trabalho” passa a chamar-se “Teatro da Equipa”. Em Agosto de 1937 é excluído do Partido Comunista, acusado de “trotskista”. Encontra, pela primeira vez, Francine Faure, sua futura mulher.
1938 – Conclui “Noces”, toma notas para “Calígula” e trabalha, intensamente, na actividade teatral destacando-se uma adaptação da peça “Irmãos Karamazov”, de Dostoievski, na qual interpreta o papel de Ivan Karamazov. Conhece Pascal Pia, redactor-chefe do novo jornal “Alger républicain”, do qual se tornou redactor. Faz a apresentação do primeiro número da Revista “Rivages”.
1939 – Publicou, em Argel, “Noces”, pelas Edições Chalot; a França e a Inglaterra declaram, em 3 de Setembro, guerra à Alemanha e o seu alistamento voluntário no exército foi-lhe recusado por razões de doença. Proibição do “Soir républicain” que havia sucedido ao “Alger républicain”;
1940 – Camus parte, em 14 de Março, para Paris onde se junta a Pascal Pia, assumindo as funções no secretariado da redacção do “Paris-Soir”. No dia 1º de Maio escreve numa carta a Francine: “Je viens de terminer mon roman […] Sans doute, mon travail n´est pas fini”. Tratava-se de “l´Étranger”. Nos inícios de Junho, face à iminência da ocupação de Paris pelos alemães, Camus acompanhou a redacção do “Paris-Soir” para Clermont-Ferrand instalando-se, em Setembro, em Lyon; em Novembro junta-se-lhe Francine Faure e, em 3 de Dezembro, casam em Lyon, tendo como testemunhas Pascal Pia e três tipógrafos do jornal; logo de seguida, no final do ano, é despedido, regressando à Argélia, Orão.
1941 – Este Regresso forçado à Argélia, para junto dos familiares da mulher, em Orão, cidade que detestava, coincidiu com uma época de dificuldades materiais; em 21 de Fevereiro escreve nos “Cadernos”: “Terminé Sisyphe. Les trois Absurdes sont achevés”. Faz circular o manuscrito de “O Estrangeiro”; em Abril, regressa a Argel e, em Novembro, “O Estrangeiro” é aceite pela equipa de leitura da editora “Gallimard”.
1942 – Sofre uma recaída da tuberculose e, a meio de Agosto, muda-se para as terras altas de Auvergne; em Maio, é publicado pela Gallimard, “l´Étranger”, acabado de imprimir em 21 de Abril a que se segue, em Outubro, a publicação, pela mesma editora, de “Le Mythe de Sisyph”. Escreve “La Peste”; a 8 de Novembro as tropas aliadas desembarcam em Marrocos e Argélia o que originou a sua separação da mulher, que havia regressado à Argélia no mês anterior, reencontrando-se somente após a Libertação.
1943 – 1944 – Estabelece contacto com o movimento clandestino da Resistência “Combat” e torna-se leitor da Gallimard; encontra-se com Claude Bourdet, do Comité Nacional da Resistência, assumindo funções, cada vez mais importantes, no jornal “Combat” que o levaram a assumir, no início de 1944, a direcção do Jornal; a 6 de Junho as tropas aliadas desembarcam na Normandia e em Junho “Le malentendu” sobe à cena, sob direcção de Marcel Herrand. O seu empenhamento no teatro, de que tanto gostava, proporciona a paixão pela actriz Maria Casarès com a qual manterá um longo relacionamento amoroso; em 21 de Agosto é editado o primeiro número legal do jornal “Combat” com um editorial assinado, pela primeira vez, com o nome de Camus intitulado: “Le Combat continue …”; 25 de Agosto é o dia da libertação de Paris e Camus intitula o seu editorial de “La Nuit de la Vérité”; a partir de 31 de Agosto escreveu no “Combat” uma série de notáveis artigos acerca da liberdade de imprensa.
1945 – No pós-guerra Camus desenvolveu uma intensa actividade jornalística e política; uma das suas mais relevantes tomadas de posição refere-se ao lançamento da primeira bomba atómica sobre Hiroshima, em 6 de Agosto, tendo, dois dias depois, publicado um editorial referindo “as terríveis perspectivas que se abrem à humanidade”; a 5 de Setembro nascem os seus filhos gémeos, Catherine e Jean. Representação de “Calígula” no teatro Hébertot e publicação, pela Gallimard de “Lettres à un ami allemand”, em memória de René Leynaud.
1946 – Em Março/Junho viaja para os Estados Unidos e Canadá; pelo Outono nasce uma mútua, e profunda, amizade com René Char (“Char que eu amo como a um irmão”- a Pierre Berger), que, para Camus, era mais do que um poeta, um resistente, o Capitão Alexandre da Resistência, chefe do “maquis”; em Novembro escreveu uma série de oito artigos para o “Combat”: “Nem vítimas nem carrascos”. Reescreve “La Peste”.
1947 – A 3 de Junho Camus abandona o jornal “Combat” cuja redacção se havia dividido a propósito da criação por De Gaulle do RPF ("Rassemblement du Peuple Français”); no dia 10 do mesmo mês é publicada “La Peste”, edição da Gallimard; é o seu primeiro grande sucesso editorial tendo vendidos, entre Julho e Setembro, 96 000 exemplares, obtendo o “Prémio dos Críticos”.
1948 – Em Janeiro termina a redacção de “l´Étad de siège” no qual trabalhará ainda em Julho; em Outubro esta peça sobe à cena, com encenação de Jean-Louis Barrault, tendo constituído um tremendo fracasso tanto da crítica como do público.
1949- 1951 – Em Julho/Agosto de 1949 Camus realiza uma longa viagem à América do Sul, para proferir uma série de Conferências, de onde regressou gravemente doente; durante a viagem concluiu a peça “Les Justes” que, em Dezembro, sobe à cena, com encenação de Paul Oettly, tendo Serge Reggiani e Maria Casarés nos principais papéis. Segundo as suas próprias palavras tratou-se de um semi-sucesso. No ano de 1950, além da publicação de “Actuelles, Chroniques 1944-1948”, Camus recupera da doença. Em 1951 terminou a redacção de “L´Homme Révolté”, publicado em Outubro, pela Gallimard, desencadeando uma forte polémica que ganhará expressão no ano seguinte.
1952 – Alguns dias antes da saída do livro Camus disse a Oliver Todd, seu biógrafo: “Apertemos as mãos. Porque daqui a alguns dias não haverá muita gente para me apertar a mão”. Camus sabia que a liberdade de pensamento nem sempre é bem aceite. Em “L´Homme Révolté” Camus realiza um esforço sério para compreender o seu tempo ousando condenar a barbárie nazi, mas também o “Goulag”, contra a opinião dos seus amigos da esquerda sob hegemonia do Partido Comunista. Em Maio, na revista “Temps Modernes”, Francis Jeanson, a mando de Sartre, publica um artigo violento, e insultuoso, contra o ensaio de Camus que responde, dirigindo-se ao director da revista, ou seja, o próprio Sartre, levando ao corte de relações entre ambos. Em Dezembro Camus publica “Post-sciptum” texto no qual procura explicar as razões que o levaram a escrever “L´Homme Révolté”. Recusa-se a colaborar com a UNESCO em protesto contra a admissão da Espanha franquista na organização.
1953 – Camus desenvolve intensa actividade no campo teatral e toma posições públicas de protesto contra a prisão, na Argentina, de Victoria Ocampo, contra a intervenção da União Soviética em Berlim Leste e contra a repressão, pela polícia de Paris, de manifestantes da África do Norte; a Gallimard publica o volume “Actuelles II (1948-1953)” e surge nos Cadernos a referência ao esboço do que viria a ser a sua última obra, “Le Premier Homme”. Sua mulher Francine dá sinais de sofrer de uma grave depressão.
1954 – O estado depressivo de Francine agrava-se e Camus vive um período de grande cansaço e desilusão; a Gallimard publica “L´Été”, na colecção “Les Essais”; profere intervenções públicas a favor de sete tunisinos condenados à morte; a 7 de Maio escreve nos Cadernos: “Queda de Dien Bien Phu. Como em 40, sentimento partilhado de vergonha e de fúria”; em Setembro Francine apresenta melhoras; viagens à Holanda e Itália, para uma série de conferências, enquanto eclode, na Argélia, a luta armada de libertação.
1955 – Em Fevereiro viajou para a Argélia, visitando as regiões atingidas por um violento tremor de terra no ano anterior enquanto a crise política argelina se agrava tendo sido instaurado, por Edgar Faure, Presidente do Conselho, o “estado de urgência”; em Abril/Maio realiza um sonho antigo: a viagem à Grécia onde profere uma série de conferências. Em Julho/Agosto, visitou, de novo, a Itália; em Julho escreveu, no “L´Express”, dois longos artigos – “Terrorisme et répression” e “L´Avenir algérien” – acerca da situação argelina – apelando à realização de uma conferência com vista a alcançar uma solução política, uma “espécie de nação mista, na qual franceses e árabes viveriam livremente e em igualdade de direitos em solo argelino”; entretanto a situação política agravou-se na Argélia e, no 1º de Outubro, escreve “Lettre à un militant algérien” e outros artigos, acerca da situação argelina, nos quais defende uma conciliação entre os interesses em presença afirmando que “a Argélia não é a França” mas que nela vivem um milhão de franceses; a escalada da guerra na Argélia tornara-se insuportável para Camus que viveu a “infelicidade argelina como uma tragédia pessoal “. Apoia a Frente Republicana e o programa eleitoral de Mendes-France. Em Novembro publica no “Le Monde libertaire”: “L´Espagne et la Donquichottisme”.
1956 – Numa última tentativa de conciliação no conflito argelino, que se agravava dia a dia, Camus viaja para a Argélia onde lança, perante uma assembleia tensa e conturbada, um dramático apelo em prol de uma trégua que poupasse os civis: “ (…) porque mesmo o mais decidido entre vós conserva no meio da confusão da luta um recanto do seu coração, no qual, eu sei bem, não se conforma com o assassínio e o ódio e sonha com uma Argélia feliz. É a esse recanto em cada um de vós, franceses e árabes, que nós apelamos”. Olivier Todd, no final da sua biografia, “Albert Camus, una vie”, Gallimard (1996), escreve que “face ao problema argelino, Camus foi legalista e moralista … ele queria para a Argélia o que alguns, com Nadine Gordimer à cabeça, sonharam para a África do Sul: a coexistência na igualdade de direitos; dois povos numa só nação e um estado de direito multirracial”. Mas tal sonho tornara-se irrealizável na Argélia. Em Maio a Gallimard publica “La chute”; em 2 de Julho assinou um texto de protesto contra a repressão em Poznan (Polónia); em 4 de Novembro as tropas soviéticas entram em Budapeste esmagando a insurreição húngara; responde ao apelo dos escritores húngaros e pede à ONU que mande retirar as tropas da URSS da Hungria: “Pour une démarche commune à l´ONU des intellectuels européens” (“Franc-Tireur”).
1957 – Em Março discursa na Sala Wagram contra a intervenção na Hungria (“Kadar a eu son jour de peur”) e publica, pela Gallimard, “ L´Exil et le Royaume”. Mas este é o ano do Nobel da Literatura que lhe foi atribuído, em 16 de Outubro, “pelo conjunto de uma obra que lança luz sobre os problemas que se colocam, nos nossos dias, à consciência do homem”. A reacção de Camus à notícia ficou registada nos Cadernos, no dia 17 de Outubro, com uma pungente referência à sua infância pobre lembrando a mãe: “Nobel. Étrange sentiment d´accablement et de mélancolie. À 20 ans, pauvre, et nu, j´ai connu la vrais gloire. Ma mère. » Mas, logo no dia 19, nos Cadernos, o « reverso da medalha » : «Effrayé par tout ce qui m´arrive et que je n´ai pas demandé. Et pour tout arranger attaques si basses que j´en ai le cœur serré ». René Char, por sua vez, de coração aberto, exulta, numa carta dirigida a Camus: “J´espère, je crois que l´on ne nous dit pas ce qui ne sera pas. Donc cette assurance dans la presse m´incite déjà sans réserve à me réjouir et à trouver ce jeudi 17 octobre 1957 le meilleur, le plus éclairé, oui le meilleur jour depuis longtemps pour moi entre tant de jours désespérants. Je vous pris d´accepter, en souvenir d´aujourd´hui, cette petite boîte qui me sauva la vie jadis dans le maquis et que j´ai conservée comme une relique vraiment intime. »
No outono publicou, pela Calmann-Lévy, « Reflexões acerca da pena capital » e na Suécia, a partir de 9 de Dezembro, proferiu, além do discurso de recepção do Prémio Nobel, duas conferências, em Estocolmo e Upsala na primeira das quais, interpelado por um jovem argelino, profere uma célebre, e polémica, frase: «Je crois à la justice, mais je défendrai ma mère avant la justice ».
1958 – Com o dinheiro do Prémio Nobel compra uma casa em Lourmarin. Sua mãe recusa sair da Argélia e Camus decide abster-se de qualquer intervenção directa no conflito argelino. Em Janeiro publica, pela Gallimard, « Discours de Suède” e, em Junho, “Actuelles III, Chroniques algériennes (1939-1958) ”. Em Março/Abril visita a Argélia e, em Junho, doente, visita a Grécia. Trabalha na adaptação de “Possédés”, segundo Dostoievski, que sobe à cena, em Janeiro do ano de 1959, com encenação do próprio Camus;
1959 - No mês de Março, nova visita à Argélia, para ver a mãe, recentemente operada; começa a escrever, finalmente, “Le Premier Homme” ao qual dedica todo o ano; apresentação de “Possédés” em Veneza, assim como em França e noutros países; em 14 de Dezembro tem o seu derradeiro encontro público, com estudantes estrangeiros em Aix-en-Provence”, no qual em resposta à pergunta: “Êtes-vous un intellectuel de gauche?” – responde: “ Je ne suis pas sûr d´être un intellectuel. Quant au reste, je suis pour la gauche, malgré moi, et malgré elle”.
1960 – No dia 3 de Janeiro Camus parte da sua casa de Lourmarin, onde havia passado o fim de ano, de regresso a Paris, no Facel conduzido por Michel Gallimard. Francine Camus faz a viagem de comboio na qual deveria ter sido acompanhada por Camus; no dia seguinte, no prosseguimento da viagem, o carro despistou-se, numa longa recta, em Villeblevin, perto de Montereau, embatendo num plátano, provocando a morte imediata de Camus e, cinco dias mais tarde, a de Michel Gallimard. Na pasta de couro de Camus encontravam-se além de diversos objectos pessoais, o manuscrito de “Le Premier Homme”, cento e quarenta e quatro páginas que sua mulher, Francine, havia de dactilografar e sua filha, Catherine, fixou em texto, publicado pela Gallimard, na primavera de 1994.
Albert Camus está sepultado em Lourmarin.
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Principais fontes : Cronologia de Pierre-Louis Rey (Œuvres complètes I – Gallimard) ; Camus - de Brigitte Sandig (Círculo de Leitores) ; Camus ou les promesses de la vie – de Daniel Rondeau (Mengès); Camus - de Maria Luisa Borralho (Rés).