El Reino Unido asiste atónito al desplome de su economía, su sistema financiero y su moneda
"En estos momentos no se me ocurre una política más popular que fusilar a los banqueros y nacionalizar los bancos. Puede incluso permitirle a Brown ganar unas elecciones. Bien pensado, hasta podría sacarnos a todos de este follón". El autor de este comentario no es un frívolo columnista de poca monta o un militante de la izquierda radical. Es Philip Stephens, uno de los analistas políticos más prestigiosos -y moderados- del Financial Times. Consumado blairista en tiempos de Tony Blair, firme defensor del vínculo transatlántico, la confianza de Stephens en el libre mercado está fuera de toda duda.
Su comentario es una caricatura, pero es también una manera de hacerse eco de un estado de ánimo que va ganando terreno entre los británicos a medida que esta crisis se extiende en el tiempo y en el espacio y se va pareciendo cada vez más a una gran depresión. Los británicos están atónitos. No tanto porque el país esté desde el viernes pasado oficialmente en recesión -como tantos otros- sino porque en poco más de un año el Reino Unido ha pasado de ser una economía moderna en permanente crecimiento, ejemplo reformista de mercados abiertos basados en los servicios y muy en particular los servicios financieros e inmobiliarios, a convertirse en el peor alumno de Europa, con gran parte del sistema bancario intervenido por el Estado para evitar su desaparición, la libra esterlina, último reducto de orgullo y de independencia del Imperio Británico, malherida y quién sabe si a punto de pedir ayuda al mismísimo diablo en forma de integración en el euro, y con cada vez más voces preguntándose si el Gobierno británico tendrá que acabar sometiéndose a la humillación de pedir ayuda al Fondo Monetario Internacional (FMI), como ocurrió en los años setenta.
El último en comentarlo, aunque es parte interesada, ha sido David Cameron, líder de la oposición. El primer ministro, Gordon Brown, le ha contestado con desdén: "Eso es ridículo". Brown también ha menospreciado al financiero americano Jim Rogers, que ha dicho que no piensa volver a invertir en el Reino Unido. "Si cree que voy a construir mis políticas a partir de lo que digan un puñado de especuladores, está muy equivocado", dijo el viernes Brown en una entrevista en BBC Radio 4.
El excéntrico Rogers, fundador con George Soros del mítico Quantum Fund, vive en Singapur porque cree que el futuro está en Asia y opina que el Reino Unido "ya no tiene nada que vender". "Tenía petróleo, pero se está acabando. Y no le queda nada que vender. La City de Londres era un desastre y ahí han empezado muchos de los problemas. Siento mucho decirlo pero no voy a poner dinero en el Reino Unido. He vendido todas mis libras", ha dicho.
Desde el viernes, el Reino Unido está en recesión: el PIB, que había caído un 0,6% en el tercer trimestre de 2008, cayó el 1,5% en el cuarto trimestre del año, según los datos de la Oficina Nacional de Estadística. Una caída tres décimas superior a lo que vaticinaba la City. Según el Instituto Nacional de Investigación Económica y Social (NIESR en sus siglas en inglés), la economía británica está de hecho en recesión desde mayo pasado, aunque el buen comportamiento de los cuatro primeros meses del año pasado le permitirán cerrar 2008 con un crecimiento en torno al 0,7%.
Pero las cosas serán mucho peores este año. Las previsiones oficiales del Gobierno, una caída de la economía de entre el 0,75% y el 1,25% en 2009, serán revisadas a peor en los próximos presupuestos, en marzo. Esta semana, la Comisión Europea pronosticó una caída del 2,8% del PIB británico, el peor dato de la Unión Europea con la poco honrosa salvedad de las minúsculas economías de Irlanda y las tres repúblicas bálticas. Las previsiones de The Economist Intelligence Unit, publicadas el viernes, son aún más pesimistas: una caída del PIB del 3,2% este año y del 1,1% en 2010, en contra de la opinión de Bruselas de que el Reino Unido cerrará 2010 con un modesto crecimiento del 0,2%.
Como en toda crisis de este calibre, el paro ha aumentado y también esta semana se ha sabido que en noviembre había ya más de 1,92 millones de desempleados. Pero más allá de las tragedias del desempleo o de la frialdad de las cifras del PIB, esta crisis se está convirtiendo en un psicodrama para los británicos porque está cuestionando su sistema bancario, el futuro de su industria financiera e incluso la supervivencia de la libra esterlina. Algunos expertos han llegado a comparar estos problemas con los que llevaron al colapso a la banca de Islandia.
Primero fue el pequeño y provinciano Northern Rock. Luego el Gobierno tuvo que forzar la absorción de HBOS por Lloyds TSB. En octubre tuvo que entrar a saco en el capital del Royal Bank of Scotland (RBS) y del Lloyds/HBOS para evitar una debacle. Esta semana ha sido un calvario bursátil para Barclays, RBS y Lloyds Banking Group (la entidad surgida de aquella fusión inducida).
En octubre pasado, el primer ministro Brown enderezó su malbaratado prestigio político con un plan de rescate de la City que evitó el colapso del Royal Bank of Scotland -tercer banco del país, tras HSBC y Barclays- y de la otra gran entidad escocesa, el HBOS (Halifax Bank of Scotland), que ya se estaba integrando en Lloyds debido a sus dificultades para digerir la crisis crediticia.
En aquel plan, el Gobierno puso sobre la mesa 400.000 millones de libras (550.000 millones de euros al cambio de entonces, 425.000 al de esta semana) de los que 50.000 se destinaron a reforzar el capital de los bancos con más problemas, 100.000 a doblar el fondo creado meses antes para que los bancos pudieran canjear activos sanos por bonos del Estado para conseguir liquidez y se pusieron al menos 250.000 millones de libras en avales para la banca.
Aquel plan se exportó al resto de Europa y a Estados Unidos como modelo a seguir. Pero no ha solucionado ninguno de los problemas de fondo de la banca británica: los bancos siguen sin prestarse dinero unos a otros y empresas y consumidores apenas tienen acceso a préstamos a pesar de que los tipos de interés han caído en picado: estaban al 5,75% en julio de 2007, al 4,5% en octubre de 2008 y al 1,5% desde el 8 de enero, el tipo más bajo en toda la historia del Banco de Inglaterra.
Brown y su ministro del Tesoro y canciller del Exchequer, Alistair Darling, presentaron el pasado lunes un segundo plan de rescate. Pero su impacto ha sido prácticamente nulo en el mercado, que ha seguido castigando a los bancos en la Bolsa, y también entre la opinión pública, que no ha sabido encontrar un mensaje claro. Quizá porque se trata de un plan más confuso y sin cifras. Y, sobre todo, porque la reacción del mercado da a entender que quizás ni siquiera el Gobierno está en condiciones de garantizar el futuro de la banca británica. "En el Reino Unido no hay ningún banco solvente. Y, si lo hay, yo no lo conozco", ha dicho también Rogers.
No muchos suscribirían esas palabras en el Reino Unido, pero la realidad es que el Estado posee ya el 70% del tercer banco del país, RBS, y casi la mitad del cuarto, Lloyds. Y esta semana se han podido leer editoriales en diarios tan conservadores como The Times pidiendo la nacionalización completa del RBS.
La crisis del sistema bancario ha ido acompañada del hundimiento de la libra esterlina, que cotizaba a dos dólares hace un año y el viernes se pagaba a 1,350 dólares, el cambio más bajo en casi un cuarto de siglo. La libra se ha pagado durante años a 1,5 euros y en estos momentos está al borde de la paridad con la divisa europea. Su debilidad es consecuencia de diversos factores combinados: los tipos de interés están por los suelos y se espera que bajen aún más, el mercado inmobiliario sigue en crisis, el déficit por cuenta corriente está por las nubes, las perspectivas económicas son muy malas, se han disparado los números rojos en las cuentas públicas y las turbulencias bancarias de los últimos días han acabado por debilitar a la divisa.
Todo esto ocurre en un país que presumía de vivir de su industria financiera y se reía de la trasnochada economía industrial de países como Alemania. Los británicos empiezan a darse cuenta ahora de que apostar de manera exagerada por la industria financiera es una debilidad semejante a la dependencia que la economía española ha tenido respecto al sector de la construcción.
Los ahorradores extranjeros se están marchando con rapidez del Reino Unido y, según el Bank of New York Mellon, sólo en septiembre y octubre del año pasado fueron retirados más de 100.000 millones de libras, tres cuartas partes del dinero que había entrado en los últimos cuatro años.
Willem H. Buiter, profesor de Economía Política Europea de la London School of Economics, hace ya meses que ha comparado la situación que vive el Reino Unido con la crisis bancaria que padeció Islandia: dos países excesivamente dependientes de su sistema financiero y respaldados por una moneda débil a nivel mundial, que al igual que el franco suizo o el yen han perdido cualquier opción a ser una moneda de reserva tras la aparición del euro.
Buiter y una treintena de autores defienden el ingreso de la libra en el euro en una recopilación de ensayos publicados hace unos días bajo el título común de "Diez años del euro: nuevas perspectivas para Gran Bretaña". Muchos de los autores concluyen que quizás la libra no necesitaba del euro hace 10 años pero que todo ha cambiado con la crisis y vale la pena reabrir el debate político sobre el ingreso.
En opinión de Buiter, el Reino Unido se enfrenta al peligro de tres crisis financieras al mismo tiempo: la de los bancos, la de la libra y la de la deuda soberana. "Sólo hay tres formas de manejar ese problema", asegura. "La primera es reducir el nivel de las actividades financieras internacionales de la City, incluso más de lo que se reducirían si la libra ingresara en el euro, para suavizar el excesivo peso de las finanzas en la economía británica. La segunda es convertirse en el 51º Estado de Estados Unidos. La tercera es adoptar el euro. Sólo la tercera es razonablemente posible", argumenta.
"Al no pertenecer a la zona euro, el Reino Unido es más vulnerable a la triple crisis financiera porque pertenece a un grupo de países caracterizados por un cuarteto de inconsistencias: un país pequeño con un sector bancario muy expuesto al exterior, con una moneda que no es divisa de reserva y con una capacidad fiscal limitada en comparación con la posible insolvencia de su sector bancario", explica. Hay tres países que comparten esa definición: Islandia, cuyo sector bancario era 9 veces mayor que su PIB, Suiza (6 veces) y el Reino Unido (4,5 veces).
Según Will Hutton, vicepresidente ejecutivo de The Work Foundation y ex director del dominical londinense de centro izquierda The Observer, si la crisis del Reino Unido se acentúa, el Gobierno deberá elegir entre estas tres opciones: recurrir al Banco de Inglaterra para imprimir dinero como tuvieron que hacer en su día los países de América Latina, lo que dispararía la inflación y empobrecería a la clase media; pedir un macropréstamo del FMI, la UE y Estados Unidos, lo que sería "un suicidio político", o, "la última y más digerible solución, ingresar en el euro para evitar la bancarrota nacional".
"Entrar en el euro no tiene por qué hacerte más solvente, pero los inversores afrontan un riesgo muy diferente, y eso es algo crucial", opina en su ensayo el alemán Wolfgang Münchau, uno de los miembros fundadores de Financial Times Deutschland. Münchau cree que el Reino Unido podría seguir fuera del euro si las cosas no hubieran cambiado pero que, en el escenario que se avecina en los próximos 10 años, "una política monetaria independiente [el argumento principal de quienes defienden que la libra siga fuera del euro] puede acabar siendo lo contrario de una ventaja". "Ingresar en el euro puede significar un marco económico mucho más estable", asegura. Pero eso es algo que no ha dicho en público ningún parlamentario británico desde hace años. –
[In El Pais - WALTER OPPENHEIMER 25/01/2009]
Sunday, January 25, 2009
Saturday, January 24, 2009
Change has come to WhiteHouse.gov
Welcome to the new WhiteHouse.gov. I'm Macon Phillips, the Director of New Media for the White House and one of the people who will be contributing to the blog.
A short time ago, Barack Obama was sworn in as the 44th president of the United States and his new administration officially came to life. One of the first changes is the White House's new website, which will serve as a place for the President and his administration to connect with the rest of the nation and the world.
Millions of Americans have powered President Obama's journey to the White House, many taking advantage of the internet to play a role in shaping our country's future. WhiteHouse.gov is just the beginning of the new administration's efforts to expand and deepen this online engagement.
Just like your new government, WhiteHouse.gov and the rest of the Administration's online programs will put citizens first. Our initial new media efforts will center around three priorities:
Communication -- Americans are eager for information about the state of the economy, national security and a host of other issues. This site will feature timely and in-depth content meant to keep everyone up-to-date and educated. Check out the briefing room, keep tabs on the blog (RSS feed) and take a moment to sign up for e-mail updates from the President and his administration so you can be sure to know about major announcements and decisions.
Transparency -- President Obama has committed to making his administration the most open and transparent in history, and WhiteHouse.gov will play a major role in delivering on that promise. The President's executive orders and proclamations will be published for everyone to review, and that’s just the beginning of our efforts to provide a window for all Americans into the business of the government. You can also learn about some of the senior leadership in the new administration and about the President’s policy priorities.
Participation -- President Obama started his career as a community organizer on the South Side of Chicago, where he saw firsthand what people can do when they come together for a common cause. Citizen participation will be a priority for the Administration, and the internet will play an important role in that. One significant addition to WhiteHouse.gov reflects a campaign promise from the President: we will publish all non-emergency legislation to the website for five days, and allow the public to review and comment before the President signs it.
We'd also like to hear from you -- what sort of things would you find valuable from WhiteHouse.gov? If you have an idea, use this form to let us know. Like the transition website and the campaign's before that, this online community will continue to be a work in progress as we develop new features and content for you. So thanks in advance for your patience and for your feedback.
Later today, we’ll put up the video and the full text of President Obama’s Inaugural Address. There will also be slideshows of the Inaugural events, the Obamas’ move into the White House, and President Obama’s first days in office.
A short time ago, Barack Obama was sworn in as the 44th president of the United States and his new administration officially came to life. One of the first changes is the White House's new website, which will serve as a place for the President and his administration to connect with the rest of the nation and the world.
Millions of Americans have powered President Obama's journey to the White House, many taking advantage of the internet to play a role in shaping our country's future. WhiteHouse.gov is just the beginning of the new administration's efforts to expand and deepen this online engagement.
Just like your new government, WhiteHouse.gov and the rest of the Administration's online programs will put citizens first. Our initial new media efforts will center around three priorities:
Communication -- Americans are eager for information about the state of the economy, national security and a host of other issues. This site will feature timely and in-depth content meant to keep everyone up-to-date and educated. Check out the briefing room, keep tabs on the blog (RSS feed) and take a moment to sign up for e-mail updates from the President and his administration so you can be sure to know about major announcements and decisions.
Transparency -- President Obama has committed to making his administration the most open and transparent in history, and WhiteHouse.gov will play a major role in delivering on that promise. The President's executive orders and proclamations will be published for everyone to review, and that’s just the beginning of our efforts to provide a window for all Americans into the business of the government. You can also learn about some of the senior leadership in the new administration and about the President’s policy priorities.
Participation -- President Obama started his career as a community organizer on the South Side of Chicago, where he saw firsthand what people can do when they come together for a common cause. Citizen participation will be a priority for the Administration, and the internet will play an important role in that. One significant addition to WhiteHouse.gov reflects a campaign promise from the President: we will publish all non-emergency legislation to the website for five days, and allow the public to review and comment before the President signs it.
We'd also like to hear from you -- what sort of things would you find valuable from WhiteHouse.gov? If you have an idea, use this form to let us know. Like the transition website and the campaign's before that, this online community will continue to be a work in progress as we develop new features and content for you. So thanks in advance for your patience and for your feedback.
Later today, we’ll put up the video and the full text of President Obama’s Inaugural Address. There will also be slideshows of the Inaugural events, the Obamas’ move into the White House, and President Obama’s first days in office.
Thursday, January 22, 2009
DISCURSO DE POSSE DE OBAMA
Aqui estou hoje, humilde perante a tarefa à nossa frente, grato pela confiança que depositaram em mim, consciente dos sacrifícios que os nossos antepassados enfrentaram. Agradeço ao Presidente Bush pelo seu serviço à nossa nação, assim como a generosidade e a cooperação que demonstrou durante esta transição.
Quarenta e quatro americanos fizeram até agora o juramento presidencial. Os discursos foram feitos durante vagas de crescente prosperidade e águas calmas de paz. No entanto, muitas vezes a tomada de posse ocorre no meio de nuvens espessas e furiosas tempestades. Nesses momentos, a América perseverou não só devido ao talento ou à visão dos que ocupavam altos cargos mas porque Nós o Povo permanecemos fiéis aos ideais dos nossos antepassados e aos nossos documentos fundadores.
Assim tem sido. E assim deve ser com esta geração de americanos.Que estamos no meio de uma crise, já todos sabem. A nossa nação está em guerra, contra uma vasta rede de violência e ódio. A nossa economia está muito enfraquecida, consequência da ganância e irresponsabilidade de alguns, mas também nossa culpa colectiva por não tomarmos decisões difíceis e prepararmos a nação para uma nova era. Perderam-se casas; empregos foram extintos, negócios encerraram. O nosso sistema de saúde é muito oneroso; para muita gente as nossas escolas falharam; e cada dia traz-nos mais provas de que o modo como usamos a energia reforça os nossos adversários e ameaça o nosso planeta.
Estes são indicadores de crise, resultado de dados e de estatística. Menos mensurável mas não menos profunda é a perda de confiança na nossa terra - um medo incómodo de que o declínio da América é inevitável, e que a próxima geração deve baixar as expectativas. Hoje eu digo-vos que os desafios que enfrentamos são reais. São sérios e são muitos. Não serão resolvidos facilmente nem num curto espaço de tempo. Mas fica a saber, América - eles serão resolvidos.
Neste dia, unimo-nos porque escolhemos a esperança e não o medo, a unidade de objectivo e não o conflito e a discórdiaNeste dia, viemos para proclamar o fim dos ressentimentos mesquinhos e falsas promessas, as recriminações e dogmas gastos, que há tanto tempo estrangulam a nossa política. Continuamos a ser uma nação jovem, mas nas palavras da Escritura, chegou a hora de pôr as infantilidades de lado. Chegou a hora de reafirmar o nosso espírito de resistência, de escolher o melhor da nossa história; de carregar em frente essa oferta preciosa, essa nobre ideia, passada de geração em geração; a promessa de Deus de que todos somos iguais, todos somos livres, e todos merecemos uma oportunidade de tentar obter a felicidade completa.
Ao reafirmar a grandeza da nossa nação, compreendemos que a grandeza nunca é um dado adquirido. Deve ser conquistada. A nossa viagem nunca foi feita de atalhos ou de aceitar o mínimo. Não tem sido o caminho dos que hesitam – dos que preferem o divertimento ao trabalho, ou que procuram apenas os prazeres da riqueza e da fama. Pelo contrário, tem sido o dos que correm riscos, os que agem, os que fazem as coisas – alguns reconhecidos mas, mais frequentemente, mulheres e homens desconhecidos no seu labor, que nos conduziram por um longo e acidentado caminho rumo à prosperidade e à liberdade.Por nós, pegaram nos seus parcos bens e atravessaram oceanos em busca de uma nova vida.Por nós, eles labutaram em condições de exploração e instalaram-se no Oeste; suportaram o golpe do chicote e lavraram a terra dura.
Por nós, eles combateram e morreram, em lugares como Concord e Gettysburg; Normandia e Khe Sahn. Tantas vezes estes homens e mulheres lutaram e se sacrificaram e trabalharam até as suas mãos ficarem ásperas para que pudéssemos viver uma vida melhor. Eles viram a América como maior do que a soma das nossas ambições individuais; maior do que todas as diferenças de nascimento ou riqueza ou facção.
Esta é a viagem que hoje continuamos. Permanecemos a nação mais poderosa e próspera na Terra. Os nossos trabalhadores não são menos produtivos do que eram quando a crise começou. As nossas mentes não são menos inventivas, os nossos produtos e serviços não são menos necessários do que eram na semana passada ou no mês passado ou no ano passado. A nossa capacidade não foi diminuída. Mas o nosso tempo de intransigência, de proteger interesses tacanhos e de adiar decisões desagradáveis – esse tempo seguramente que passou. A partir de hoje, devemos levantar-nos, sacudir a poeira e começar a tarefa de refazer a América.
Para onde quer que olhamos, há trabalho paraa fazer. O estado da economia pede acção, corajosa e rápida, e nós vamos agir – não só para criar novos empregos mas para lançar novas bases de crescimento. Vamos construir estradas e pontes, redes eléctricas e linhas digitais que alimentam o nosso comércio e nos ligam uns aos outros. Vamos recolocar a ciência no seu devido lugar e dominar as maravilhas da tecnologia para elevar a qualidade do serviço de saúde e diminuir o seu custo. Vamos domar o sol e os ventos e a terra para abastecer os nossos carros e pôr a funcionar as nossas fábricas. E vamos transformar as nossas escolas e universidades para satisfazer as exigências de uma nova era. Podemos fazer tudo isto. E tudo isto iremos fazer. Há alguns que, agora, questionam a escala das nossas ambições – que sugerem que o nosso sistema não pode tolerar muitos planos grandiosos. As suas memórias são curtas. Esqueceram-se do que este país já fez; o que homens e mulheres livres podem fazer quando à imaginação se junta um objectivo comum, e à necessidade a coragem.
O que os cínicos não compreendem é que o chão se mexeu debaixo dos seus pés – que os imutáveis argumentos políticos que há tanto tempo nos consomem já não se aplicam. A pergunta que hoje fazemos não é se o nosso governo é demasiado grande ou demasiado pequeno, mas se funciona – se ajuda famílias a encontrar empregos com salários decentes, cuidados de saúde que possam pagar, pensões de reformas que sejam dignas. Onde a resposta for sim, tencionamos seguir em frente. Onde a resposta for não, programas chegarão ao fim.
E aqueles de nós que gerem os dólares do povo serão responsabilizados – para gastarem com sensatez, reformarem maus hábitos e conduzirem os nossos negócios à luz do dia – porque só então poderemos restaurar a confiança vital entre o povo e o seu governo.Não se coloca sequer perante nós a questão se o mercado é uma força para o bem ou para o mal. O seu poder de gerar riqueza e de expandir a democracia não tem paralelo, mas esta crise lembrou-nos que sem um olhar vigilante o mercado pode ficar fora de controlo – e que uma nação não pode prosperar quando só favorece os prósperos. O sucesso da nossa economia sempre dependeu não só da dimensão do nosso Produto Interno Bruto, mas do alcance da nossa prosperidade; da nossa capacidade em oferecer oportunidades a todos – não por caridade, mas porque é o caminho mais seguro para o nosso bem comum.
Quanto à nossa defesa comum, rejeitamos como falsa a escolha entre a nossa segurança e os nossos ideais. Os nossos Pais Fundadores, face a perigos que mal conseguimos imaginar, redigiram uma carta para assegurar o estado de direito e os direitos humanos, uma carta que se expandiu com o sangue de gerações. Esses ideais ainda iluminam o mundo, e não vamos abdicar deles por oportunismo. E por isso, aos outros povos e governos que nos estão a ver hoje, das grandes capitais à pequena aldeia onde o meu pai nasceu: saibam que a América é amiga de todas as nações e de todos os homens, mulheres e crianças que procuram um futuro de paz e dignidade, e que estamos prontos para liderar mais uma vez.
Recordem que as primeiras gerações enfrentaram o fascismo e o comunismo não só com mísseis e tanques mas com alianças sólidas e convicções fortes. Compreenderam que só o nosso poder não nos protege nem nos permite agir como mais nos agradar. Pelo contrário, sabiam que o nosso poder aumenta com o seu uso prudente; a nossa segurança emana da justeza da nossa causa, da força do nosso exemplo, das qualidades moderadas de humildade e contenção.
Nós somos os guardiões deste legado. Guiados por estes princípios uma vez mais, podemos enfrentar essas novas ameaças que exigem ainda maior esforço – ainda maior cooperação e compreensão entre nações. Vamos começar responsavelmente a deixar o Iraque para o seu povo, e a forjar uma paz arduamente conquistada no Afeganistão. Com velhos amigos e antigos inimigos, vamos trabalhar incansavelmente para diminuir a ameaça nuclear, e afastar o espectro do aquecimento do planeta. Não vamos pedir desculpa pelo nosso modo de vida, nem vamos hesitar na sua defesa, e àqueles que querem realizar os seus objectivos pelo terror e assassínio de inocentes, dizemos agora que o nosso espírito é mais forte e não pode ser quebrado; não podem sobreviver-nos, e nós vamos derrotar-vos.
Porque nós sabemos que a nossa herança de diversidade é uma força, não uma fraqueza. Nós somos uma nação de cristãos e muçulmanos, judeus e hindus – e não crentes. Somos moldados por todas as línguas e culturas, vindas de todos os cantos desta Terra; e porque provámos o líquido amargo da guerra civil e da segregação, e emergimos desse capítulo sombrio mais fortes e mais unidos, não podemos deixar de acreditar que velhos ódios um dia passarão; que as linhas da tribo em breve se dissolverão; que à medida que o mundo se torna mais pequeno, a nossa humanidade comum deve revelar-se; e que a América deve desempenhar o seu papel em promover uma nova era de paz. Ao mundo muçulmano, procuramos um novo caminho em frente, baseado no interesse mútuo e no respeito mútuo. Aos líderes por todo o mundo que procuram semear o conflito, ou culpar o Ocidente pelos males da sua sociedade – saibam que o vosso povo vos julgará pelo que construírem, não pelo que destruírem. Aos que se agarram ao poder pela corrupção e engano e silenciamento dos dissidentes, saibam que estão no lado errado da história; mas que nós estenderemos a mão se estiverem dispostos a abrir o vosso punho fechado.
Aos povos das nações mais pobres, prometemos cooperar convosco para que os vossos campos floresçam e as vossas águas corram limpas; para dar alimento aos corpos famintos e aos espíritos sedentos de saber. E às nações, como a nossa, que gozam de relativa riqueza, dizemos que não podemos mais mostrar indiferença perante o sofrimento fora das nossas fronteiras; nem podemos consumir os recursos do mundo sem prestar atenção aos seus efeitos. Porque o mundo mudou, e devemos mudar com ele.
Ao olharmos para o caminho à nossa frente, lembremos com humilde gratidão os bravos americanos que, neste preciso momento, patrulham desertos longínquos e montanhas distantes. Eles têm alguma coisa para nos dizer hoje, tal como os heróis caídos em Arlington fazem ouvir a sua voz. Honramo-los não apenas porque são guardiões da nossa liberdade, mas porque incorporam o espírito de serviço; uma vontade de dar significado a algo maior do que eles próprios. E neste momento – um momento que definirá uma geração – é este espírito que deve habitar em todos nós. Porque, por mais que o governo possa e deva fazer, a nação assenta na fé e na determinação do povo americano. É a generosidade de acomodar o desconhecido quando os diques rebentam, o altruísmo dos trabalhadores que preferem reduzir os seus horários a ver um amigo perder o emprego que nos revelam quem somos nas nossas horas mais sombrias. É a coragem do bombeiro ao entrar por uma escada cheia de fumo, mas também a disponibilidade dos pais para criar um filho, que acabará por selar o nosso destino. Os nossos desafios podem ser novos. Os instrumentos com que os enfrentamos podem ser novos. Mas os valores de que depende o nosso sucesso – trabalho árduo e honestidade, coragem e fair play, tolerância e curiosidade, lealdade e patriotismo – estas coisas são antigas. Estas coisas são verdadeiras. Têm sido a força silenciosa do progresso ao longo da nossa história. O que é pedido, então, é o regresso a essas verdades. O que nos é exigido agora é uma nova era de responsabilidade – um reconhecimento, da parte de cada americano, de que temos obrigações para connosco, com a nossa nação, e com o mundo, deveres que aceitamos com satisfação e não com má vontade, firmes no conhecimento de que nada satisfaz mais o espírito, nem define o nosso carácter, do que entregarmo-nos todos a uma tarefa difícil.Este é o preço e a promessa da cidadania.
Esta é a fonte da nossa confiança – o conhecimento de que Deus nos chama para moldar um destino incerto.Este é o significado da nossa liberdade e do nosso credo – é por isso que homens e mulheres e crianças de todas as raças e todas as religiões se podem juntar em celebração neste magnífico mall, e que um homem cujo pai há menos de 60 anos não podia ser atendido num restaurante local pode agora estar perante vós a fazer o mais sagrado juramento.Por isso, marquemos este dia com a lembrança do quem somos e quão longe fomos. No ano do nascimento da América, no mais frio dos meses, um pequeno grupo de patriotas juntou-se à beira de ténues fogueiras nas margens de um rio gelado. A capital tinha sido abandonada. O inimigo avançava. A neve estava manchada de sangue. No momento em que o resultado da nossa revolução era incerto, o pai da nossa nação ordenou que estas palavras fossem lidas ao povo:
“Que o mundo que há-de vir saiba que... num Inverno rigoroso, quando nada excepto a esperança e a virtude podiam sobreviver... a cidade e o país, alarmados com um perigo comum, vieram para [o] enfrentar.” América. Face aos nossos perigos comuns, neste Inverno das nossas dificuldades, lembremo-nos dessas palavras intemporais. Com esperança e virtude, enfrentemos uma vez mais as correntes geladas e suportemos as tempestades que vierem. Que seja dito aos filhos dos nossos filhos que quando fomos testados recusámos que esta viagem terminasse, que não recuámos nem vacilámos; e com os olhos fixos no horizonte e a graça de Deus sobre nós, levámos adiante a grande dádiva da liberdade e entregámo-la em segurança às futuras gerações.
(Tradução: PÚBLICO)
Quarenta e quatro americanos fizeram até agora o juramento presidencial. Os discursos foram feitos durante vagas de crescente prosperidade e águas calmas de paz. No entanto, muitas vezes a tomada de posse ocorre no meio de nuvens espessas e furiosas tempestades. Nesses momentos, a América perseverou não só devido ao talento ou à visão dos que ocupavam altos cargos mas porque Nós o Povo permanecemos fiéis aos ideais dos nossos antepassados e aos nossos documentos fundadores.
Assim tem sido. E assim deve ser com esta geração de americanos.Que estamos no meio de uma crise, já todos sabem. A nossa nação está em guerra, contra uma vasta rede de violência e ódio. A nossa economia está muito enfraquecida, consequência da ganância e irresponsabilidade de alguns, mas também nossa culpa colectiva por não tomarmos decisões difíceis e prepararmos a nação para uma nova era. Perderam-se casas; empregos foram extintos, negócios encerraram. O nosso sistema de saúde é muito oneroso; para muita gente as nossas escolas falharam; e cada dia traz-nos mais provas de que o modo como usamos a energia reforça os nossos adversários e ameaça o nosso planeta.
Estes são indicadores de crise, resultado de dados e de estatística. Menos mensurável mas não menos profunda é a perda de confiança na nossa terra - um medo incómodo de que o declínio da América é inevitável, e que a próxima geração deve baixar as expectativas. Hoje eu digo-vos que os desafios que enfrentamos são reais. São sérios e são muitos. Não serão resolvidos facilmente nem num curto espaço de tempo. Mas fica a saber, América - eles serão resolvidos.
Neste dia, unimo-nos porque escolhemos a esperança e não o medo, a unidade de objectivo e não o conflito e a discórdiaNeste dia, viemos para proclamar o fim dos ressentimentos mesquinhos e falsas promessas, as recriminações e dogmas gastos, que há tanto tempo estrangulam a nossa política. Continuamos a ser uma nação jovem, mas nas palavras da Escritura, chegou a hora de pôr as infantilidades de lado. Chegou a hora de reafirmar o nosso espírito de resistência, de escolher o melhor da nossa história; de carregar em frente essa oferta preciosa, essa nobre ideia, passada de geração em geração; a promessa de Deus de que todos somos iguais, todos somos livres, e todos merecemos uma oportunidade de tentar obter a felicidade completa.
Ao reafirmar a grandeza da nossa nação, compreendemos que a grandeza nunca é um dado adquirido. Deve ser conquistada. A nossa viagem nunca foi feita de atalhos ou de aceitar o mínimo. Não tem sido o caminho dos que hesitam – dos que preferem o divertimento ao trabalho, ou que procuram apenas os prazeres da riqueza e da fama. Pelo contrário, tem sido o dos que correm riscos, os que agem, os que fazem as coisas – alguns reconhecidos mas, mais frequentemente, mulheres e homens desconhecidos no seu labor, que nos conduziram por um longo e acidentado caminho rumo à prosperidade e à liberdade.Por nós, pegaram nos seus parcos bens e atravessaram oceanos em busca de uma nova vida.Por nós, eles labutaram em condições de exploração e instalaram-se no Oeste; suportaram o golpe do chicote e lavraram a terra dura.
Por nós, eles combateram e morreram, em lugares como Concord e Gettysburg; Normandia e Khe Sahn. Tantas vezes estes homens e mulheres lutaram e se sacrificaram e trabalharam até as suas mãos ficarem ásperas para que pudéssemos viver uma vida melhor. Eles viram a América como maior do que a soma das nossas ambições individuais; maior do que todas as diferenças de nascimento ou riqueza ou facção.
Esta é a viagem que hoje continuamos. Permanecemos a nação mais poderosa e próspera na Terra. Os nossos trabalhadores não são menos produtivos do que eram quando a crise começou. As nossas mentes não são menos inventivas, os nossos produtos e serviços não são menos necessários do que eram na semana passada ou no mês passado ou no ano passado. A nossa capacidade não foi diminuída. Mas o nosso tempo de intransigência, de proteger interesses tacanhos e de adiar decisões desagradáveis – esse tempo seguramente que passou. A partir de hoje, devemos levantar-nos, sacudir a poeira e começar a tarefa de refazer a América.
Para onde quer que olhamos, há trabalho paraa fazer. O estado da economia pede acção, corajosa e rápida, e nós vamos agir – não só para criar novos empregos mas para lançar novas bases de crescimento. Vamos construir estradas e pontes, redes eléctricas e linhas digitais que alimentam o nosso comércio e nos ligam uns aos outros. Vamos recolocar a ciência no seu devido lugar e dominar as maravilhas da tecnologia para elevar a qualidade do serviço de saúde e diminuir o seu custo. Vamos domar o sol e os ventos e a terra para abastecer os nossos carros e pôr a funcionar as nossas fábricas. E vamos transformar as nossas escolas e universidades para satisfazer as exigências de uma nova era. Podemos fazer tudo isto. E tudo isto iremos fazer. Há alguns que, agora, questionam a escala das nossas ambições – que sugerem que o nosso sistema não pode tolerar muitos planos grandiosos. As suas memórias são curtas. Esqueceram-se do que este país já fez; o que homens e mulheres livres podem fazer quando à imaginação se junta um objectivo comum, e à necessidade a coragem.
O que os cínicos não compreendem é que o chão se mexeu debaixo dos seus pés – que os imutáveis argumentos políticos que há tanto tempo nos consomem já não se aplicam. A pergunta que hoje fazemos não é se o nosso governo é demasiado grande ou demasiado pequeno, mas se funciona – se ajuda famílias a encontrar empregos com salários decentes, cuidados de saúde que possam pagar, pensões de reformas que sejam dignas. Onde a resposta for sim, tencionamos seguir em frente. Onde a resposta for não, programas chegarão ao fim.
E aqueles de nós que gerem os dólares do povo serão responsabilizados – para gastarem com sensatez, reformarem maus hábitos e conduzirem os nossos negócios à luz do dia – porque só então poderemos restaurar a confiança vital entre o povo e o seu governo.Não se coloca sequer perante nós a questão se o mercado é uma força para o bem ou para o mal. O seu poder de gerar riqueza e de expandir a democracia não tem paralelo, mas esta crise lembrou-nos que sem um olhar vigilante o mercado pode ficar fora de controlo – e que uma nação não pode prosperar quando só favorece os prósperos. O sucesso da nossa economia sempre dependeu não só da dimensão do nosso Produto Interno Bruto, mas do alcance da nossa prosperidade; da nossa capacidade em oferecer oportunidades a todos – não por caridade, mas porque é o caminho mais seguro para o nosso bem comum.
Quanto à nossa defesa comum, rejeitamos como falsa a escolha entre a nossa segurança e os nossos ideais. Os nossos Pais Fundadores, face a perigos que mal conseguimos imaginar, redigiram uma carta para assegurar o estado de direito e os direitos humanos, uma carta que se expandiu com o sangue de gerações. Esses ideais ainda iluminam o mundo, e não vamos abdicar deles por oportunismo. E por isso, aos outros povos e governos que nos estão a ver hoje, das grandes capitais à pequena aldeia onde o meu pai nasceu: saibam que a América é amiga de todas as nações e de todos os homens, mulheres e crianças que procuram um futuro de paz e dignidade, e que estamos prontos para liderar mais uma vez.
Recordem que as primeiras gerações enfrentaram o fascismo e o comunismo não só com mísseis e tanques mas com alianças sólidas e convicções fortes. Compreenderam que só o nosso poder não nos protege nem nos permite agir como mais nos agradar. Pelo contrário, sabiam que o nosso poder aumenta com o seu uso prudente; a nossa segurança emana da justeza da nossa causa, da força do nosso exemplo, das qualidades moderadas de humildade e contenção.
Nós somos os guardiões deste legado. Guiados por estes princípios uma vez mais, podemos enfrentar essas novas ameaças que exigem ainda maior esforço – ainda maior cooperação e compreensão entre nações. Vamos começar responsavelmente a deixar o Iraque para o seu povo, e a forjar uma paz arduamente conquistada no Afeganistão. Com velhos amigos e antigos inimigos, vamos trabalhar incansavelmente para diminuir a ameaça nuclear, e afastar o espectro do aquecimento do planeta. Não vamos pedir desculpa pelo nosso modo de vida, nem vamos hesitar na sua defesa, e àqueles que querem realizar os seus objectivos pelo terror e assassínio de inocentes, dizemos agora que o nosso espírito é mais forte e não pode ser quebrado; não podem sobreviver-nos, e nós vamos derrotar-vos.
Porque nós sabemos que a nossa herança de diversidade é uma força, não uma fraqueza. Nós somos uma nação de cristãos e muçulmanos, judeus e hindus – e não crentes. Somos moldados por todas as línguas e culturas, vindas de todos os cantos desta Terra; e porque provámos o líquido amargo da guerra civil e da segregação, e emergimos desse capítulo sombrio mais fortes e mais unidos, não podemos deixar de acreditar que velhos ódios um dia passarão; que as linhas da tribo em breve se dissolverão; que à medida que o mundo se torna mais pequeno, a nossa humanidade comum deve revelar-se; e que a América deve desempenhar o seu papel em promover uma nova era de paz. Ao mundo muçulmano, procuramos um novo caminho em frente, baseado no interesse mútuo e no respeito mútuo. Aos líderes por todo o mundo que procuram semear o conflito, ou culpar o Ocidente pelos males da sua sociedade – saibam que o vosso povo vos julgará pelo que construírem, não pelo que destruírem. Aos que se agarram ao poder pela corrupção e engano e silenciamento dos dissidentes, saibam que estão no lado errado da história; mas que nós estenderemos a mão se estiverem dispostos a abrir o vosso punho fechado.
Aos povos das nações mais pobres, prometemos cooperar convosco para que os vossos campos floresçam e as vossas águas corram limpas; para dar alimento aos corpos famintos e aos espíritos sedentos de saber. E às nações, como a nossa, que gozam de relativa riqueza, dizemos que não podemos mais mostrar indiferença perante o sofrimento fora das nossas fronteiras; nem podemos consumir os recursos do mundo sem prestar atenção aos seus efeitos. Porque o mundo mudou, e devemos mudar com ele.
Ao olharmos para o caminho à nossa frente, lembremos com humilde gratidão os bravos americanos que, neste preciso momento, patrulham desertos longínquos e montanhas distantes. Eles têm alguma coisa para nos dizer hoje, tal como os heróis caídos em Arlington fazem ouvir a sua voz. Honramo-los não apenas porque são guardiões da nossa liberdade, mas porque incorporam o espírito de serviço; uma vontade de dar significado a algo maior do que eles próprios. E neste momento – um momento que definirá uma geração – é este espírito que deve habitar em todos nós. Porque, por mais que o governo possa e deva fazer, a nação assenta na fé e na determinação do povo americano. É a generosidade de acomodar o desconhecido quando os diques rebentam, o altruísmo dos trabalhadores que preferem reduzir os seus horários a ver um amigo perder o emprego que nos revelam quem somos nas nossas horas mais sombrias. É a coragem do bombeiro ao entrar por uma escada cheia de fumo, mas também a disponibilidade dos pais para criar um filho, que acabará por selar o nosso destino. Os nossos desafios podem ser novos. Os instrumentos com que os enfrentamos podem ser novos. Mas os valores de que depende o nosso sucesso – trabalho árduo e honestidade, coragem e fair play, tolerância e curiosidade, lealdade e patriotismo – estas coisas são antigas. Estas coisas são verdadeiras. Têm sido a força silenciosa do progresso ao longo da nossa história. O que é pedido, então, é o regresso a essas verdades. O que nos é exigido agora é uma nova era de responsabilidade – um reconhecimento, da parte de cada americano, de que temos obrigações para connosco, com a nossa nação, e com o mundo, deveres que aceitamos com satisfação e não com má vontade, firmes no conhecimento de que nada satisfaz mais o espírito, nem define o nosso carácter, do que entregarmo-nos todos a uma tarefa difícil.Este é o preço e a promessa da cidadania.
Esta é a fonte da nossa confiança – o conhecimento de que Deus nos chama para moldar um destino incerto.Este é o significado da nossa liberdade e do nosso credo – é por isso que homens e mulheres e crianças de todas as raças e todas as religiões se podem juntar em celebração neste magnífico mall, e que um homem cujo pai há menos de 60 anos não podia ser atendido num restaurante local pode agora estar perante vós a fazer o mais sagrado juramento.Por isso, marquemos este dia com a lembrança do quem somos e quão longe fomos. No ano do nascimento da América, no mais frio dos meses, um pequeno grupo de patriotas juntou-se à beira de ténues fogueiras nas margens de um rio gelado. A capital tinha sido abandonada. O inimigo avançava. A neve estava manchada de sangue. No momento em que o resultado da nossa revolução era incerto, o pai da nossa nação ordenou que estas palavras fossem lidas ao povo:
“Que o mundo que há-de vir saiba que... num Inverno rigoroso, quando nada excepto a esperança e a virtude podiam sobreviver... a cidade e o país, alarmados com um perigo comum, vieram para [o] enfrentar.” América. Face aos nossos perigos comuns, neste Inverno das nossas dificuldades, lembremo-nos dessas palavras intemporais. Com esperança e virtude, enfrentemos uma vez mais as correntes geladas e suportemos as tempestades que vierem. Que seja dito aos filhos dos nossos filhos que quando fomos testados recusámos que esta viagem terminasse, que não recuámos nem vacilámos; e com os olhos fixos no horizonte e a graça de Deus sobre nós, levámos adiante a grande dádiva da liberdade e entregámo-la em segurança às futuras gerações.
(Tradução: PÚBLICO)
Sunday, January 18, 2009
CARTA DE OBAMA A SUAS FILHAS
"Dear Malia and Sasha,
I know that you've both had a lot of fun these last two years on the campaign trail, going to picnics and parades and state fairs, eating all sorts of junk food your mother and I probably shouldn't have let you have. But I also know that it hasn't always been easy for you and Mom, and that as excited as you both are about that new puppy, it doesn't make up for all the time we've been apart. I know how much I've missed these past two years, and today I want to tell you a little more about why I decided to take our family on this journey.
When I was a young man, I thought life was all about me - about how I'd make my way in the world, become successful, and get the things I want. But then the two of you came into my world with all your curiosity and mischief and those smiles that never fail to fill my heart and light up my day. And suddenly, all my big plans for myself didn't seem so important anymore. I soon found that the greatest joy in my life was the joy I saw in yours. And I realized that my own life wouldn't count for much unless I was able to ensure that you had every opportunity for happiness and fulfillment in yours. In the end, girls, that's why I ran for President: because of what I want for you and for every child in this nation.
I want all our children to go to schools worthy of their potential-schools that challenge them, inspire them, and instill in them a sense of wonder about the world around them. I want them to have the chance to go to college-even if their parents aren't rich. And I want them to get good jobs: jobs that pay well and give them benefits like health care, jobs that let them spend time with their own kids and retire with dignity.
I want us to push the boundaries of discovery so that you'll live to see new technologies and inventions that improve our lives and make our planet cleaner and safer. And I want us to push our own human boundaries to reach beyond the divides of race and region, gender and religion that keep us from seeing the best in each other.
Sometimes we have to send our young men and women into war and other dangerous situations to protect our country-but when we do, I want to make sure that it is only for a very good reason, that we try our best to settle our differences with others peacefully, and that we do everything possible to keep our servicemen and women safe. And I want every child to understand that the blessings these brave Americans fight for are not free-that with the great privilege of being a citizen of this nation comes great responsibility.
That was the lesson your grandmother tried to teach me when I was your age, reading me the opening lines of the Declaration of Independence and telling me about the men and women who marched for equality because they believed those words put to paper two centuries ago should mean something.
She helped me understand that America is great not because it is perfect but because it can always be made better-and that the unfinished work of perfecting our union falls to each of us. It's a charge we pass on to our children, coming closer with each new generation to what we know America should be.
I hope both of you will take up that work, righting the wrongs that you see and working to give others the chances you've had. Not just because you have an obligation to give something back to this country that has given our family so much-although you do have that obligation. But because you have an obligation to yourself. Because it is only when you hitch your wagon to something larger than yourself that you will realize your true potential.
These are the things I want for you-to grow up in a world with no limits on your dreams and no achievements beyond your reach, and to grow into compassionate, committed women who will help build that world. And I want every child to have the same chances to learn and dream and grow and thrive that you girls have. That's why I've taken our family on this great adventure.
I am so proud of both of you. I love you more than you can ever know. And I am grateful every day for your patience, poise, grace, and humor as we prepare to start our new life together in the White House.
Love, Dad"
.
"Querida Malia e Sasha,
Eu sei que vocês duas se divertiram muito nestes últimos dois anos nos roteiros da campanha, indo aos piqueniques e às paradas e feiras de Estado, comendo todos os tipos de porcarias que eu e sua mãe provavelmente não deveríamos tê-las deixado comer. Mas eu também sei que nem sempre foi fácil para vocês e para sua mãe, e que por mais alegres que estejam agora com o novo cachorrinho, isto não compensa todo o tempo que estive à parte em suas vidas. Eu sei o quanto estive ausente neste últimos dois anos e hoje eu quero contar a vocês um pouco mais sobre o porquê decidi colocar a nossa família nessa jornada.
Quando eu era jovem, pensava que a vida girava toda em torno de mim e de como eu abriria meu caminho no mundo, me tornando bem-sucedido e conseguindo as coisas que eu queria. Mas então vocês entraram no meu mundo com toda a curiosidade e as travessuras, e esses sorrisos que nunca falham em encher meu coração e em alegrar meu dia. De repente, os grandes planos que tinha para mim deixaram de parecer importantes. Me dei conta de que minha própria vida não valeria muito a menos que pudesse garantir que vocês possam aproveitar cada oportunidade que tiverem. No fim, meninas, essa é a razão pela qual eu corri para a presidência: por causa do que eu quero para vocês e para cada criança nesta nação.·
Eu quero que todas as crianças possam ter acesso a escolas dignas de seu potencial, que as desafiem, as inspirem e as instiguem sobre o mundo ao seu redor. Quero que elas tenham chance de ingressar em uma universidade, mesmo que seus pais não sejam ricos. E eu quero que elas tenham bons empregos: Empregos que pagem bem e que lhes deem benefícios como seguro saúde, empregos que lhes deixe ter tempo para os filhos e para se aposentar com dignidade.
Quero que impulsionemos os limites de descoberta e a forma de ver as novas tecnologias e invenções que melhoram nosso modo de vida e torna nosso planeta mais limpo e seguro. E eu quero que impulsionemos os próprios limites humanos para alcançar além do que divide raças e regiões, gêneros e religiões que nos mantêm vendo o que há de melhor em cada um.
Algumas vezes temos que enviar nossos jovens à guerra e a outras situações perigosas para proteger o nosso país - mas quando fizermos isso, eu quero ter certeza de que será somente por uma boa causa, que nós demos o nosso melhor para liquidar nossas diferenças com os outros de forma pacífica, e que fizemos tudo que foi possível para manter nossos militares e mulheres seguros. E eu quero que todas as crianças entendam que a luta destes bravos americanos não é em vão, que com o grande privilégio de ser um cidadão deste país, vem uma grande responsabilidade.
Essa é a lição que a sua avó tentou me ensinar quando eu tinha a idade de vocês, lendo para mim as linhas de abertura da Declaração de Independência e contando-me sobre os homens e mulheres que marcharam para igualdade porque acreditavam que estas palavras colocadas no papel há dois séculos deveriam ter um significado.
Ela me ajudou a entender que a América é grande não porque é perfeita, mas porque podemos fazer sempre melhor, e que o aprimoramento dessa obra inacabada depende de cada um de nós. É nosso dever transmitir isto aos nossos filhos, nos aproximando de cada nova geração, para que saibam como a América deveria ser.
Espero que vocês trabalhem corrigindo os erros que encontrarem e trabalhem no sentido de dar aos outros a chance que vocês tiveram. Não só porque vocês têm uma obrigação de devolver o que este país tem dado a nossa família. Mas porque vocês têm essa obrigação com vocês mesmas. Porque é somente quando tentamos fazer algo realmente grande que sabemos nosso verdadeiro potencial.
É isso que eu quero para vocês — crescer em um mundo sem barreiras para os seus sonhos e realizações, crescer com compaixão, como mulheres que irão ajudar a construir esse mundo. E eu quero que cada criança tenha as mesmas oportunidades de aprender, sonhar, crescer e prosperar como vocês. É por isso que eu embarquei a nossa família nesta grande aventura.
Estou muito orgulhoso de vocês duas. Eu amo vocês mais do que jamais pude imaginar. E agradeço todos os dias pela paciência, graça e humor de vocês para que nos preparássemos para iniciar nossa nova vida juntos na Casa Branca.
Amor, Papai"
Tradução: Sabrina Silveira (Versão brasileira daqui.)
I know that you've both had a lot of fun these last two years on the campaign trail, going to picnics and parades and state fairs, eating all sorts of junk food your mother and I probably shouldn't have let you have. But I also know that it hasn't always been easy for you and Mom, and that as excited as you both are about that new puppy, it doesn't make up for all the time we've been apart. I know how much I've missed these past two years, and today I want to tell you a little more about why I decided to take our family on this journey.
When I was a young man, I thought life was all about me - about how I'd make my way in the world, become successful, and get the things I want. But then the two of you came into my world with all your curiosity and mischief and those smiles that never fail to fill my heart and light up my day. And suddenly, all my big plans for myself didn't seem so important anymore. I soon found that the greatest joy in my life was the joy I saw in yours. And I realized that my own life wouldn't count for much unless I was able to ensure that you had every opportunity for happiness and fulfillment in yours. In the end, girls, that's why I ran for President: because of what I want for you and for every child in this nation.
I want all our children to go to schools worthy of their potential-schools that challenge them, inspire them, and instill in them a sense of wonder about the world around them. I want them to have the chance to go to college-even if their parents aren't rich. And I want them to get good jobs: jobs that pay well and give them benefits like health care, jobs that let them spend time with their own kids and retire with dignity.
I want us to push the boundaries of discovery so that you'll live to see new technologies and inventions that improve our lives and make our planet cleaner and safer. And I want us to push our own human boundaries to reach beyond the divides of race and region, gender and religion that keep us from seeing the best in each other.
Sometimes we have to send our young men and women into war and other dangerous situations to protect our country-but when we do, I want to make sure that it is only for a very good reason, that we try our best to settle our differences with others peacefully, and that we do everything possible to keep our servicemen and women safe. And I want every child to understand that the blessings these brave Americans fight for are not free-that with the great privilege of being a citizen of this nation comes great responsibility.
That was the lesson your grandmother tried to teach me when I was your age, reading me the opening lines of the Declaration of Independence and telling me about the men and women who marched for equality because they believed those words put to paper two centuries ago should mean something.
She helped me understand that America is great not because it is perfect but because it can always be made better-and that the unfinished work of perfecting our union falls to each of us. It's a charge we pass on to our children, coming closer with each new generation to what we know America should be.
I hope both of you will take up that work, righting the wrongs that you see and working to give others the chances you've had. Not just because you have an obligation to give something back to this country that has given our family so much-although you do have that obligation. But because you have an obligation to yourself. Because it is only when you hitch your wagon to something larger than yourself that you will realize your true potential.
These are the things I want for you-to grow up in a world with no limits on your dreams and no achievements beyond your reach, and to grow into compassionate, committed women who will help build that world. And I want every child to have the same chances to learn and dream and grow and thrive that you girls have. That's why I've taken our family on this great adventure.
I am so proud of both of you. I love you more than you can ever know. And I am grateful every day for your patience, poise, grace, and humor as we prepare to start our new life together in the White House.
Love, Dad"
.
"Querida Malia e Sasha,
Eu sei que vocês duas se divertiram muito nestes últimos dois anos nos roteiros da campanha, indo aos piqueniques e às paradas e feiras de Estado, comendo todos os tipos de porcarias que eu e sua mãe provavelmente não deveríamos tê-las deixado comer. Mas eu também sei que nem sempre foi fácil para vocês e para sua mãe, e que por mais alegres que estejam agora com o novo cachorrinho, isto não compensa todo o tempo que estive à parte em suas vidas. Eu sei o quanto estive ausente neste últimos dois anos e hoje eu quero contar a vocês um pouco mais sobre o porquê decidi colocar a nossa família nessa jornada.
Quando eu era jovem, pensava que a vida girava toda em torno de mim e de como eu abriria meu caminho no mundo, me tornando bem-sucedido e conseguindo as coisas que eu queria. Mas então vocês entraram no meu mundo com toda a curiosidade e as travessuras, e esses sorrisos que nunca falham em encher meu coração e em alegrar meu dia. De repente, os grandes planos que tinha para mim deixaram de parecer importantes. Me dei conta de que minha própria vida não valeria muito a menos que pudesse garantir que vocês possam aproveitar cada oportunidade que tiverem. No fim, meninas, essa é a razão pela qual eu corri para a presidência: por causa do que eu quero para vocês e para cada criança nesta nação.·
Eu quero que todas as crianças possam ter acesso a escolas dignas de seu potencial, que as desafiem, as inspirem e as instiguem sobre o mundo ao seu redor. Quero que elas tenham chance de ingressar em uma universidade, mesmo que seus pais não sejam ricos. E eu quero que elas tenham bons empregos: Empregos que pagem bem e que lhes deem benefícios como seguro saúde, empregos que lhes deixe ter tempo para os filhos e para se aposentar com dignidade.
Quero que impulsionemos os limites de descoberta e a forma de ver as novas tecnologias e invenções que melhoram nosso modo de vida e torna nosso planeta mais limpo e seguro. E eu quero que impulsionemos os próprios limites humanos para alcançar além do que divide raças e regiões, gêneros e religiões que nos mantêm vendo o que há de melhor em cada um.
Algumas vezes temos que enviar nossos jovens à guerra e a outras situações perigosas para proteger o nosso país - mas quando fizermos isso, eu quero ter certeza de que será somente por uma boa causa, que nós demos o nosso melhor para liquidar nossas diferenças com os outros de forma pacífica, e que fizemos tudo que foi possível para manter nossos militares e mulheres seguros. E eu quero que todas as crianças entendam que a luta destes bravos americanos não é em vão, que com o grande privilégio de ser um cidadão deste país, vem uma grande responsabilidade.
Essa é a lição que a sua avó tentou me ensinar quando eu tinha a idade de vocês, lendo para mim as linhas de abertura da Declaração de Independência e contando-me sobre os homens e mulheres que marcharam para igualdade porque acreditavam que estas palavras colocadas no papel há dois séculos deveriam ter um significado.
Ela me ajudou a entender que a América é grande não porque é perfeita, mas porque podemos fazer sempre melhor, e que o aprimoramento dessa obra inacabada depende de cada um de nós. É nosso dever transmitir isto aos nossos filhos, nos aproximando de cada nova geração, para que saibam como a América deveria ser.
Espero que vocês trabalhem corrigindo os erros que encontrarem e trabalhem no sentido de dar aos outros a chance que vocês tiveram. Não só porque vocês têm uma obrigação de devolver o que este país tem dado a nossa família. Mas porque vocês têm essa obrigação com vocês mesmas. Porque é somente quando tentamos fazer algo realmente grande que sabemos nosso verdadeiro potencial.
É isso que eu quero para vocês — crescer em um mundo sem barreiras para os seus sonhos e realizações, crescer com compaixão, como mulheres que irão ajudar a construir esse mundo. E eu quero que cada criança tenha as mesmas oportunidades de aprender, sonhar, crescer e prosperar como vocês. É por isso que eu embarquei a nossa família nesta grande aventura.
Estou muito orgulhoso de vocês duas. Eu amo vocês mais do que jamais pude imaginar. E agradeço todos os dias pela paciência, graça e humor de vocês para que nos preparássemos para iniciar nossa nova vida juntos na Casa Branca.
Amor, Papai"
Tradução: Sabrina Silveira (Versão brasileira daqui.)
Subscribe to:
Posts (Atom)